A las ocho de la mañana se encendió el fuego en Matalobos. Esta parroquia estradense honró ayer a su patrona, Santa Eulalia, y acompañó las celebraciones de un nueva edición de la Festa dos Callos, un evento plenamente consolidado en el calendario gastronómico del municipio. Alrededor de 500 personas compartieron mesa y mantel bajo una gran carpa calefactada. El tiempo respetó la fiesta y la organización despachó 1.500 raciones, entre las que se degustaron en el propio campo y las que se sirvieron para domicilio.

Las manos expertas de Aurora Loureiro, con la colaboración de los organizadores y contando este año con un fichaje de la Escola de Hostelería, elaboraron el plato protagonista la jornada. Los preparativos previos ya tuvieron ocupado al equipo el sábado, cuando se limpió minuciosamente toda la carne que se incorpora a este plato. Ayer se cocinaron más de 300 kilos de garbanzos, unos 260 de pata, 120 de vientre, 30 kilos de chorizos y una veintena de panceta. El buen sabor invitó a mojar pan -varias veces- y, por supuesto, a repetir. Alguno lo hizo hasta en tres ocasiones. El precio de los tickets fue de 12 euros por adulto, incluyendo todos los callos deseados, pan, vino, postre y café, junto con la cazuela de regalo. Los niños mayores de cinco años pagaron seis euros y se fijó en siete euros el precio de la raciones para llevar.

Los comensales comenzaron a degustar los callos a las 14.30 y a las 16.30 ya se dio por concluido el servicio de almuerzo. Llegó el momento de bajar la copiosa comida. Y en eso también se había pensado en Matalobos. Después de la ambientación musical que acompañó la jornada, la tarde se dedicó al baile, arrancando alrededor de las 17.00 horas una verbena de la que se encargaron la orquesta Solara y el grupo estradense de música folk Os Ke Hai.