109 primaveras contemplan el buen humor que, pese a los achaques propios de la edad, aún gasta Concha, como conocen todos sus vecinos de Vilar y muchos otros de parroquias cercanas a Concepción Pichel Sampayo. Persona muy sociable y gran conversadora, todavía se arranca a cantar muchas tardes sentada en la silla de ruedas en la que se ve obligada a desplazarse desde que, a finales de 2015, rompió una cadera y sufrió una caída. Aquel percance le impidió seguir haciendo labores del hogar de los que presumía siendo ya centenaria, como el cuidado del corral o la comida para ella y su hijo Magín.

La abuela de la comarca festejó ayer su 109º aniversario junto a tres de sus siete hijos en el domicilio familiar de Mazarelos, que el domingo acogerá una celebración con casi toda su familia. Concepción Pichel Sampayo nació el 11 de mayo de 1908 en la aldea lalinense de Soutullo (Anseán), pero lleva más de 80 años establecida en Vilar, de donde era su marido, Rogelio García. Ayer estuvo arropada por tres de sus hijos: Magín, soltero, que comparte domicilio con ella; Sofía, residente en A Estrada; y Fidelina, establecida en Inglaterra, igual que sus hermanos José y Manuel. Ni éstos ni Nélida, emigrada a Uruguay, estarán en la fiesta del domingo. Sí lo hará Jesús, que vive en Carballo.

Aunque pasa las mañanas en cama, Concha, que dispone de la ayuda de sus hijos y de una cuidadora para levantarse e incorporarse a la silla, come a la mesa familiar todos los días. "Come bien, canta de vez en cuando y suele estar contenta, a ella su manera, ella siempre se la vez feliz", relata su yerno estradense. "Se pasa la tarde en la cocina y a veces aún se arranca a cantar", corrobora Sofía. Eso si, la caída y la silla de ruedas fueron un duro golpe para una mujer de gran vitalidad. "Le costó mucho adaptarse a que le hagan las cosas, porque siempre fue muy autónoma", añade su hija. El domingo tendrá ayuda de buena parte de sus 15 nietos y 11 bisnietos para soplar las velas.