El Banco de Terras de Galicia, Bantegal, se puso en marcha en noviembre de 2007 con la intención de reactivar aquellas tierras de cultivo que estaban sin trabajar, de modo que se facilitase una renta a su dueño mientras las explotaban las granjas que precisaban base territorial.

-¿Ha tenido efecto el Bantegal en la comarca dezana?

-Si he de ser sincero, ni sé que hace ni dónde está funcionando el Bantegal. Su principal objetivo era movilizar la tierra, pero desde que se puso en marcha, hace más de ocho años, nosotros no vemos nada extraordinario en cuanto a su difusión y a movilizar la tierra entre los vecinos, porque el campo continúa inmovilizado. Es más, muchos propietarios prefieren, en lugar de meter las fincas en el Bantegal, plantar árboles, y de ahí que ahora veamos plantaciones en medio de agros.

-¿Por qué ha bajado el precio de la tierra, justo cuando la base territorial es imprescindible para la supervivencia de las explotaciones y para las ayudas de la PAC?

-El descenso obedece a la crisis que está padeciendo el sector lechero, que encima es uno de los activos más importantes que tenemos en la comarca. La tierra pierde valor por tres motivos: primero, porque su precio estaba recalentado, demasiado alto; segundo, porque hay poca tierra a la venta, ya que la buena parte de la que está disponible, como digo, se usa para plantar eucaliptos. Y, en tercer lugar, los ganaderos llevamos ya demasiado tiempo en una situación crítica y estamos esperando a ver cómo se comporta el mercado. Así que, si se adquiere un terreno, tiene que ser muy a precio, o sino uno prefiere esperar. Pero no olvidemos que, aún en tiempos de crisis, la tierra se valora, y el que tiene dinero para comprar fincas, las adquiere. Es cierto que el precio de las parcelas bajó en las comarcas y por extensión en toda la provincia, pero a nivel gallego la tierra vale dos veces más que en Castilla y León, y triplica el precio de Francia.

-¿Hay oferta de parcelas?

-La verdad es que sí hay tierras a la venta, debido precisamente a la crisis. Con la recesión económica, personas que heredaron fincas y que no trabajan en el campo deciden ponerlas a la venta para sacarse un dinero extra. Pero es que aunque haya esa oferta, siempre existe la incertidumbre por si seguirá bajando de precio.