“Se un bota contas, non compensa o que che pagan por eles, porque son oito anos de cebo e estes animais precisan, ao comezo do seu engorde, uns 20 quilos de millo ao día”. Así de rotundo se muestra José, alias “O Pequeno”, un vecino silledense que acaba de vender a Frigoríficos Bandeira un par de bueyes de raza rubia gallega, de unos nueve años de edad, por 12.000 euros. Este matadero también compró otro par de animales a un vecino de José, Juanito, y entre los cuatro arrojan un peso medio en canal de 700 kilogramos. La carne se distribuirá a varias carnicerías y almacenistas de todo el estado, pues se trata, casi, de un plato de lujo que previamente a ser cocinado debe estar en cámara frigorífica entre los 60 y los 90 días.

Y es normal que sea una carne selecta. Estos animales se suelen comprar con dos años de edad y se alimentan sobre todo de harina de maíz y forraje. El pienso, ni tocarlo. “Comen moito cando comezan a cebarse, pero unha vez que xa crían graxa precisan ao redor de tres kilos de comida ao día”, explica José. Su familia ya tenía por tradición criar a estos animales, castrados desde pequeños, para realizar buena parte de las tareas agrícolas con la yunta. José aún practica este uso de la tracción animal como antecesor de la maquinaria agrícola, porque los bueyes “son máis entendidos cás vacas e nunca pelexan nin entre si nin con elas, nin sequera cos touros”, a pesar de que pueden llegar a alcanzar los 1,90 metros de altura. La envergadura de estas reses nunca se convirtió en un impedimento para José, que a sus 70 años ya está buscando nuevas “mascotas” para lucir en sus fincas. Para comprar la última pareja tuvo que viajar primero hasta el concello ourensano de Montederramo y más tarde, para adquirir el segundo, hasta el norte de Portugal. “Cebarei algún máis, porque para min é un vicio, non un traballo.

Escasez de oferta

“Pero é moi difícil atopar criadores de bois dun ou de dous anos de idade, xa case non quedan”, afirma el vecino silledense. De hecho, se trata de una compra que debe realizarse casi casa por casa, puesto que en las lonjas y mercados ganaderos de la zona como el de Silleda o Agolada tan sólo se destina la venta de terneros de recría o para sacrificio, pero de una edad muy inferior a la que precisa este criador.