Charlar distendidamente con Jesús Mayo Brenlla, después de invitarle a hilar un pequeño balance de su medio siglo dedicado al sacerdocio, permite que uno se haga una idea bastante nítida de por qué vecinos de 4 parroquias de A Estrada se han unido para dedicarle un homenaje. Sus palabras muestran la ilusión que envuelve a ese espíritu precursor que le atribuyen algunos de sus feligreses. Vuelve la vista atrás después de haber andado durante 50 años un camino de grandes obras hechas granito a granito, buenos momentos que continúan acompañándolo y que le han granjeado el cariño de los habitantes de San Xiao de Vea, Baloira, San Xurxo y Frades. Asegura que durante estas 5 décadas siempre ha apostado por un contacto directo con todos y cada uno de los vecinos de sus parroquias. Con él, el hecho religioso trascendió a la sociedad. Apuesta por implicar a la gente –"en vez de facer, que fagan"– y por convertir a sus feligreses en principales protagonistas de sus logros. En definitiva, lo suyo es formar personas.

A medida que avanza la conversación, Jesús Mayo se perfila cada vez más como un pastor que ha querido y ha sabido escuchar a sus ovejas. Nacido en la parroquia de San Mamede de Monte, en el coruñés Concello de A Baña, el 26 de julio de 1933, ingresó en el Seminario de Santiago en 1947. Fue ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1959. En enero de 1960 llegó como párroco a Loño y Ferreirós, en Vila de Cruces. "Con 24 anos, como tiña eu, tes esa ilusión de facer algo, comelo mundo", recuerda con cierto halo de nostalgia. El camino no estaba exento de dificultades, pero confiesa que siempre defendió la idea de llegar a los sitios cargado de ilusión y con ideas de progreso. Tras disfrutar de su primer destino durante tres años, en 1963 desembarcó en San Xiao de Vea y Baloira como párroco. En este valle estradense echó raíces.

"O primeiro que fixen foi visitar a toda a xente", relata. "Comezamos a traballar coa xuventude; naquel momento había uns 50 xóvenes, que non os hai agora", apunta Jesús Mayo. Desde el primer momento apostó por trabajar con los jóvenes. "Á xente maior non a vas cambiar moito; hai que respetala, por suposto, pero con que se pode facer algo é cos xóvenes, cos rapaces, que é o futuro", comenta. Su modo de pensar y ejercer enseguida impactó y agradó a los vecinos. Codo con codo, comenzaron a trabajar por el florecer de la zona, abogando por la formación como semilla para un futuro mejor.

Jesús Mayo se encargó de involucrar a los vecinos en cursos de formación que en aquel entonces ofrecían en A Estrada entidades como Extensión Agraria, por ejemplo. "O primeiro que deron foi en San Xulián de Vea; xunteille 80 mulleres", señala. Este cura era consciente de que esta formación se impartía donde había gente dispuesta a asistir y animó a sus parroquias a abrir la puerta cuanto eran la formación y el progreso quienes llamaban. Con el ilustre maestro Manuel Villar Paramá como aliado, este sacerdote impartió clases, incluso de noche, a vecinos de este entorno.

También en el ámbito de la formación, su empeño logró que se montase en San Xiao de Vea una cooperativa de confección, formada por 16 vecinos y bautizada con el nombre de "Novo sendeiro". Permaneció activa durante 10 años y después se fue diluyendo en una época de fuerte emigración. De ella queda hoy su espacio, convertido en centro social.

En su afán por hacer que la gente joven se acercase a la iglesia, fueron muchas las actividades ideadas por este sacerdote. La capilla de San Bartolomé acogió obras de teatro, se organizaron campamentos de verano y hasta se creó un equipo de fútbol. Y es que este sacerdote es uno de los fundadores del Vea Fútbol Club.

"O método que usamos sempre cos xóvenes foi o de ver, xulgar e actuar", señala. Ver el problema, juzgar por qué se produce y ver qué se puede hacer para solucionarlo. "Intentabamos formar persoas a través das actividades", recuerda. Asimismo, participó activamente en programas del Movemento Rural Cristiano, lo que motivó que en 1967 Vea celebrase una Festa da Xuventude que logró reunir en San Xiao a 9.000 jóvenes de toda la Diócesis de Santiago.

En gallego

Si en muchos aspectos Jesús Mayo Brenlla fue un precursor, también lo fue a la hora de introducir el uso del gallego en la misa. "Non tiñamos libros; eran todo folletos porque aínda non había traduccións", cuenta. Sus fieles, especialmente la gente más joven, acogió el cambio con gozo. "Estás falando galego na porta e entras e poste a falar castelán...parece que é un contrasentido. Se o falas fóra, fálao dentro", argumenta.

Recuerda este párroco que también fueron pioneros en impulsar los ahora conocidos como consellos parroquiais. Junto a Villar Paramá recorrió las aldeas, se juntaba a la gente y se escogía a los representantes, un acto puramente democrático en la última etapa de Franco.

Su dilatada experiencia como sacerdote camina de la mano de una extensa trayectoria docente, tras haberse licenciado en Geografía e Historia. Fue profesor de Religión y director en el instituto de FP Antón Losada Diéguez de A Estrada. Años después tomaría posesión de su plaza en Burela y una comisión de servicio le traería al santiagués Lamas de Abade.

Con 4 parroquias y 6 iglesias que atender, confiesa que su carga de trabajo la hace ir hoy corriendo a todos lados. Con una experiencia de 50 años a sus espaldas, Don Jesús, tiene claro qué no debería olvidar un buen sacerdote del siglo XXI: "non debe esquencer o contacto coa xente; senón convérteste nun funcionarnio e un sacerdote non pode ser un funcionario".