Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De O Grove a Isla Decepción

El Ejército de Tierra inicia en San Vicente las prácticas de navegación para su próxima Campaña Antártica

Un momento de la preparación de las embarcaciones, ayer. // Muñiz

Si la evolución de la pandemia no lo impide, cuando los 13 militares españoles seleccionados para participar en la 34 Campaña Antártica del Ejército de Tierra lleguen en diciembre a Isla Decepción, se encontrarán con interminables jornadas de 22 horas de luz solar. Con suerte, incluso podrán disfrutar de agradables temperaturas de uno o dos grados centígrados. Algunos turistas incluso aprovechan esas tardes para tomar el sol en las playas de arena negra. Eso sí, los días más frescos, unos y otros verán como los termómetros se desploman hasta los 20 grados bajo cero.

El Ejército de Tierra envía desde hace tres décadas un equipo de especialistas militares a la base española "Gabriel de Castilla", situada en Decepción, una isla que se encuentra entre el cabo de Hornos y el continente antártico. Dan apoyo y velan por la seguridad de los científicos que investigan en la base durante el verano austral, al tiempo que ellos mismos testan en un clima extremo como el antártico nuevos equipos y materiales de uso militar. A modo de ejemplo, una de las investigaciones que tienen en marcha consiste en comprobar como afecta el frío glacial a unas nuevas raciones individuales de comida diseñada para el combate.

La misión exige una preparación extremadamente minuciosa, y uno de los aspectos más relevantes es el de la navegación, dado que el 80 por ciento de los desplazamientos que se realizan en la isla son en embarcaciones neumáticas. Y desde hace años, los responsables de la Campaña Antártica escogen O Grove para entrenar precisamente la navegación, puesto que las condiciones de su costa y de sus aguas se asemejan en gran medida a las que meses después los militares encontrarán en la Antártida.

Los miembros de la Campaña llegaron ayer a San Vicente de O Grove, y ya han realizado los primeros trabajos en el mar. De aquí al viernes recibirán también formación teórica en primeros auxilios, mantenimiento de motores o manejo de equipos de comunicación por satélite.

"La gran diferencia de esta misión con respecto a otras es la gran autonomía que exige", explica el comandante Ignacio Cardesa. En Afganistán, Mali o Irak, el destacamento puede recibir del exterior un equipo que ha llegado en mal estado o que se ha estropeado; en la Antártida, a miles de kilómetros de la civilización, no.

Isla Decepción es uno de los lugares más inhóspitos y desolados de la Tierra. Durante el invierno austral no vive nadie en ella. Los españoles reabren la base "Gabriel de Castilla" en diciembre, cuando las condiciones meteorológicas son más benignas. Pero ni siquiera entonces es un lugar fácil. "En muchas ocasiones el problema no es tanto la temperatura baja como el viento", explica Cardesa. Y es que el viento helado sopla con relativa frecuencia, a menudo con ráfagas por encima de los 40 kilómetros por hora. Esos días, la sensación térmica se derrumba, y el frío se hace casi insoportable.

Pero a pesar de la dureza de las condiciones que los militares van a soportar en la Antártida, asumen la experiencia con felicidad. El comandante admite que, "lo vivo como una oportunidad única", puesto que será uno de los pocos seres humanos que vayan a pasar un periodo más o menos largo de su vida en la Antártida, uno de los pocos territorios vírgenes que quedan en la Tierra. "Ya hay cruceros para hacer turismo por la Antártida, pero la experiencia de vivir allí es impagable", afirma.

Además de una climatología casi inhumana, allí tendrán que hacer frente a la soledad. En los últimos años, solo los españoles han tenido presencia estable en Isla Decepción. En su día tuvieron bases los británicos o los chilenos, pero abandonaron a raíz de la erupción volcánica que se produjo en la isla a finales de los años 60.

Y es que Isla Decepción es, en realidad, un volcán activo, cuyo cráter está inundando. Esa peculiaridad geológica, su mayor cercanía al litoral americano y el hecho de que sus temperaturas sean algo más suaves que en la Antártida, han convertido a Isla Decepción en uno de los lugares de moda del turismo de aventuras de los últimos años. Pero, más allá de las visitas fugaces que los turistas puedan hacerles desde la distancia, los expedicionarios tendrán que acostumbrarse a la soledad y a convivir durante muchas semanas en barracones con entre 25 y 40 compañeros.

A cambio, vivirán en un lugar único, donde se conservan desde tipos endémicos de musgo hasta una gigantesca colonia de pingüinos. Y un volcán que en el pasado un cazador de focas confundió con una isla, y por eso la bautizó como Decepción.

Compartir el artículo

stats