Un vecino de Combarro pasó un año construyendo el monasterio de Poio a escala

José Manuel Magdalena lleva 20 años dedicándose a hacer maquetas y esta es su mayor creación

José Manuel Magdalena posa con su maqueta del enclave religioso

José Manuel Magdalena posa con su maqueta del enclave religioso / Gustavo Santos

Gala Dacosta

Gala Dacosta

José Manuel Magdalena lleva veinte años construyendo maquetas de diversos tamaños. Lo hace porque, después de mucho trabajar, ha llegado a ese punto en la vida en que “tengo todo el tiempo del mundo y siempre me gustaron las manualidades”, indica este vecino de Combarro que ahora se especializó en maquetas con distintos materiales.

Su mayor logro en lo que a las maquetas se refiere, hasta el momento, es una reproducción a escala del monasterio de Poio que acaba de terminar. Cuenta que le llevó más de un año: “Tenía que ir mucho por allí a sacar fotos de todo. El cura me dejaba entrar y subir para ver como eran los tejados, cuando le expliqué para qué era, dijo que tenía que exponer allí la maqueta”, relata Magdalena.

La plaza del monasterio, Casa Consistorial incluida. |  // GUSTAVO SANTOS

La plaza del monasterio, Casa Consistorial incluida. / Gustavo Santos

Los motivos de sus trabajos son habitualmente de la comarca de Pontevedra y ya ha expuesto sus reproducciones de construcciones y monumentos en sitios como el Palacete das Mendoza, dos veces, o en la sala Nauta de Sanxenxo. “Me gustaría enseñarla en Poio, que nunca lo hice”, dice este enamorado de su tierra.

"El cura me dejaba entrar y subir para ver como eran los tejados, cuando le expliqué para qué era, dijo que tenía que exponer allí la maqueta”

Comenzó con hórreos de Combarro, que construía con corchos de botellas y "causaron sensación desde el primer momento”. Tanto fue así que su maqueta más grande hasta el momento, la Capela da Virxe da Renda de Xuviño, la donó al Hogar del Pensionista de Portonovo, donde más gente puede admirarla y disfrutar de ella. “Usé más de 5.000 corchos para esa maqueta y mide unos veinte centímetros de ancho por sesenta de alto”, cuenta este poiense creativo que no se limita a las reproducciones de construcciones y monumentos, sino que también ha llegado a realizar cuadros en corcho.

Las técnicas que ha aprendido a emplear son variadas, y los materiales (siempre intenta que sean reciclados) de lo más variopinto: desde palitos de los helados hasta serrín. Aprendió durante ocho años, el tiempo que vivió en Las Palmas de Gran Canaria, donde un experto maquetista le enseñó a perfeccionar y a depurar su trabajo.

Magdalena tardó un año en 
finalizar la maqueta.  | // GUSTAVO 
SANTOS

La Capela da Virxe da Renda / Gustavo Santos

En el confinamiento se convirtió en su principal vía de escape, en aquellos momentos en que todos buscaban algo con que entretener las manos y la cabeza: “En la pandemia estaba en casa y acabé haciendo varias maquetas. Empecé haciendo un castillo de juguete para mi nieta pequeña, que siempre está conmigo y me echa una mano mientras trabajo”.

Fue en esos meses cuando se decidió a emprender su creación más difícil hasta la fecha, el monasterio: “Quería ponerme un reto”. Comenta que fue tan difícil que creía que no sería capaz de terminarla, pues esta joya religiosa de Poio tiene multitud de pequeños detalles, y la maqueta está elaborada por él solo, sin ninguna ayuda, a partir de madera y tablillas: “Es un auténtico trabajo de marquetería”, reconoce su creador, que humildemente no se decide a realizar una exposición en el monasterio, si bien a los vecinos seguro que les fascina conocer su obra.

“Lo que más me gustaría es exponer aquí”

José Manuel Magdalena lo tiene más que claro: el lugar donde más ganas tiene de enseñar sus creaciones es en su propia localidad, a sus allegados, vecinos y también a los visitantes que deseen conocer Poio. Ya se las llevó a Pontevedra, a Sanxenxo e incluso hasta Redondela, ante las dificultades de realizar una muestra en el municipio poiense: “Yo pregunté hace años, pero supongo que se les pasó porque tendrían otras cosas y nunca llegaron a llamarme”, reconoce.

Sea dentro del propio monasterio o en cualquier otra ubicación del municipio, a este hombre creativo le encantaría ofrecer a los visitantes y vecinos esta obra en miniatura, que realizó con todo el cariño: “Yo tengo claro que me voy a mover a otros sitios para poder mostrarlo, pero lo que más me gustaría es exponer el monasterio en Poio, que para algo soy de aquí”.

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