La temperatura del agua en la ría no deja de subir y supera su marca histórica: 16,6 grados de media

Son dos grados más que hace cinco años, con picos próximos a los 21 en octubre | Este fenómeno, unido a las lluvias torrenciales, inciden en la producción de los bancos marisqueros: mortandad y proliferación de las algas

Trabajos en los bancos marisqueros en el único día de actividad de las últimas semanas, el pasado día 13.

Trabajos en los bancos marisqueros en el único día de actividad de las últimas semanas, el pasado día 13. / Rafa Vázquez

La ría de Pontevedra a lo largo del presente año se ha convertido en el ejemplo más claro de que el cambio climático es una evidencia. Temperaturas del agua especialmente altas, lluvias torrenciales, proliferación de algas, algunas de ellas poco habituales y otros efectos han provocado que una de las actividades básicas en la ría, el marisqueo, viva un año muy irregular.

El sector regresa hoy a los bancos después de un largo parón en el que ha comprobado una notable mortandad de almeja y otros mariscos. Aunque este fenómeno se ha atribuido al exceso de a gua dulce por las torrenciales precipitaciones de octubre, el aumento de la temperatura del agua también influye de forma notable. De hecho, el presente 2023 supone un récord en este aspecto. El agua de la ría alcanza hasta ahora una media de 16,6 grados, la cifra más alta de la última década y son dos grados más que hace apenas cinco años, cuando apenas se llegó a los 14,8. Hasta los datos de 2023, la temperatura media más alta se registró en 2014, con 15,9, casi similar a la de 2022. Y es que desde hace tiempo se produce un aumento anual imparable, con el agravante de los picos a lo largo de este año: el 6 de octubre se llegó a 20,9 y fueron 20,8 el 29 de septiembre; de hecho, entre el 29 de septiembre y el 13 de octubre el agua no bajó nunca de los 20 grados en la ría, coincidiendo además con las intensas borrascas.

Por ello, los biólogos y marineros tienen motivos para estar preocupados pues la situación ha afectado a los recursos del océano. También los bivalvos sufren este cambio de temperatura. Los científicos han expresado en varias ocasiones su preocupación por unas aguas más cálidas, que se tienen especialmente en cuenta a la hora de analizar las causas de la mortandad de marisco.

Exceso de agua dulce, altas temperaturas y proliferación de algas a causa de esa calidez. Este tercer factor también incide en la productividad de los bancos marisqueros ya que las algas “ahogan” a las almejas. Desde hace tiempo, las cofradías del fondo de la día disponen de un sistema para la recogida de algas que permite liberar gran parte de los bancos marisqueros. Lo hacen con ayuda de un barco por los lugares de la ría donde se marisquea, como Os Praceres y Aguillóns. Cuando las algas crean una capa consistente sobre la arena durante bastante tiempo acaban cortando el acceso al agua a los moluscos, que viven enterrados en la orilla de los arenales pontevedreses. “Todos los años se multiplican las algas por estas fechas y asfixian el marisco”, indica al respecto Iago Tomé, patrón mayor de Raxó.

“Todos los años se multiplican las algas y asfixian el marisco”

Iago Tomé

— Patrón mayor de Raxó

Además, este año la vegetación marina que invade la ría llegó mucho antes de lo habitual, con hasta un mes de adelanto: “Es cierto que el agua está más caliente por el cambio climático, y las algas crecen, pero tenemos que acostumbrarnos a vivir con esto y pensar en formas de combatirlo”, añade Tomé.

El verano pasado aparecieron especies foráneas, por ejemplo, como consecuencia directa de los cambios de temperatura. “El marisco al final sobrevive y se adapta, pero sabemos que muchos ejemplares acabarán muriendo en ese proceso”, indica el patrón mayor. También es en esta época cuando tienen que hacer frente a furtivos y a episodios de toxinas, que hasta el momento han provocado 49 días de cierre este año en la Zona V, la más interior de la ría.

Otro fenómeno excepcional en la ría registrado este año fue el de las “supermareas” de finales de octubre, que elevó de forma inusitada el nivel del mar y provocó inundaciones en toda la costa, como las ocurridas en Combarro, con playas e incluso carreteras que quedaron bajo las aguas.

Cuando eso sucedió, el nivel del mar era de unos 4 metros sobre lo que se conoce como línea de bajamar escorada. Esto explica los problemas registrados, ya que las alturas máximas suelen situarse entre 1,50 y 3,00 metros sobre la línea de bajamar escorada, siendo ya muy significativas las mareas vivas que permiten alcanzar los 4 metros. Y las previsiones apuntan a que estos episodios se repetirán el próximo otoño, cuando se aguardan mareas no de 4, sino de hasta 4,20 metros sobre la línea de bajamar escorada.

Con la tabla de mareas en la mano, ocurrirán sobre todo en febrero, cuando la pleamar se situará en 4,1 metros el día 9 en la ría de Pontevedra, para subir a 4,2 al siguiente y situarse de nuevo en 4,10 el día 13, en todos los casos entre las cinco y la seis de la madrugada. Una situación semejante se vivirá en marzo, también de madrugada, con 4,10 metros el día 11, que subirá a 4,20 en las jornadas del 12 (en este caso también se alcanzaría ese nivel por la tarde, sobre las 17.00 horas) y el 13 y de nuevo 4,1 el día 14. Si esos dos meses son propicios para las precipitaciones, lo mismo puede decirse de abril, cuando también se esperan topes similares entre los días 8 y 11 aproximadamente.

Vuelta a los bancos marisqueos tras el episodio de mortandad

El sector del marisqueo en el fondo de la ría de Pontevedra acumula dos meses nefastos. El 18 de octubre decidieron parar la actividad ante el violento tren de borrascas. suspendieron hasta seis días de faena al no poder acudir a los bancos. Lo hicieron el 15 de noviembre y se encontraron un panorama desolador, con una alta mortandad de moluscos, por lo que acordaron otro parón, hasta hoy lunes.

Los trabajadores cruzan los dedos para que la situación esté mejor. “Contamos con ir, pero hasta que lleguemos al mar y veamos qué nos encontramos...”, decía hace unos días Elena Padín, responsable de la agrupación de mariscadoras y vicepatrona de la cofradía de Raxó, en Poio. Se aprovecharon estas jornadas pasadas para limpiar la zona de extracción de almeja muerta, en Pontevedra para no afectar al resto. “Mucha almeja todavía tiene la carne dentro y eso hace pudrir lo que hay por debajo, otras almejas enterradas y vivas aún”, explicaba la mariscadora.

En los mercados se echa de menos la almeja, “ya que no solo falta la nuestra, sino la de todas las rías gallegas”. “Los compradores cuentan para el puente de la Constitución con tener almeja. Las depuradoras también están sin mercancía”, señala. Hoy lunes están a las 8 de la mañana ya en la zona de Campelo. “Pero no contamos con que antes de las nueve y media o diez salgamos del agua. Hay que pensar que antes podías mariscar con la gancha, pero ahora tenemos que ir de una en una para ir desechando las muertas”, asegura Elena Padín.

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