De cuando Pontevedra procesionaba a la Virgen de la O ante el mal tiempo

El estudio sobre Santa Clara recoge invocaciones para frenar inundaciones o sequías en el siglo XVI

Una de las últimas misas en honor a la patrona de Pontevedra, la Virgen de la O.   | // FDV

Una de las últimas misas en honor a la patrona de Pontevedra, la Virgen de la O. | // FDV / Carlos garcía

La comarca ha pasado en un abrir y cerrar de ojos de una situación de prealerta por sequía a mediados de octubre a ver sus ríos desbordados y los embalses evacuando aguas.

La cadena de temporales que ahora dejan también nieve en el interior de la provincia parece que no tiene fin y de las quejas por la falta de precipitaciones se ha pasado ahora a lo reiterado de las mismas. Antaño, lo habitual para intentar frenar estas turbulencias climáticas, era recurrir a la influencia divina. Ahora que está de moda Santa Clara, a quien se le llevaban huevos para garantizar un soleado día de boda (por ejemplo), quizá es apropiado recordar que el estudio elaborado por el historiador Suso Vila sobre el cenobio ya recoge algunos de estos episodios en los que los pontevedreses, en situaciones más apuradas que las que vivimos actualmente, recurrían a la Virgen de la O para que pusiera fin a las situaciones prolongadas de mal tiempo.

En el estudio del convento de Santa Clara, Vila explica como las novenas a la Virgen de Nuestra Señora de la O, patrona de Pontevedra, fueron un recurso que fue ganando en importancia para la orden de las clarisas, al tiempo que la procesión entre San Bartolomé “el viejo” y Santa Clara “reforzaban la relación urbana del monasterio”. Se trata, indica Vila, de una procesión que se convocaba en momentos de “necesidad, bien por el exceso de lluvia o por la falta de sol para las cosechas”. Vila recupera así algunos de estos episodios de angustia que vivieron los pontevedreses por el clima, como en 1733, cuando se procesionó en cuanto “el tiempo presente se halla tempestuoso y abundante de lluvias, no permite las sementeras de frutos y el vino se halla próximo a la purga”. Así, para “aplacar la rigurosa justicia de Dios”, se acordó llevar en procesión a la Virgen de la O, “según costumbre”, desde su capilla hasta Santa Clara. En 1787 ocurrió al revés y “con motivo de los excesivos calores y fuertes nortes que se experimentaran de mucho tiempo a esta parte, se encuentran los ríos sin aguas, las mieses raridas y sin fomento y en peligro de perderse los frutos”. Las consecuencias eran más graves que ahora, pues “los naturales se quedaban sin pan que comer, como es constante por los continuos clamores que se oyen así en esta villa y en sus cercanías”, por lo que de nuevo se sacó a la patrona en procesión.

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