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“Mulching” natural para recuperar Xiabre

Los expertos del CIF de Lourizán que analizaron el gran incendio de Caldas y Vilagarcía se encontraron con el suelo menos afectado de lo esperado de cara a su regeneración

Vista de los terrenos quemados por el incendio que afectó en agosto a los montes de Caldas y Vilagarcía. | // NOÉ PARGA

A lo largo del verano, los técnicos del Centro de Investigación Forestal de Lourizán en Pontevedra visitaron las zonas arrasadas por el fuego en toda Galicia para recetar las mejores fórmulas que permitiesen reducir al máximo la degradación de los montes que fueron pasto de los grandes incendios de este verano. Ourense y Lugo fueron el epicentro de esta catástrofe ambiental, pero también hubo grandes fuegos en Pontevedra, aunque en menor medida.

Sin duda uno de los peores, tanto por la extensión de terreno afectada como por el riesgo que supuso para la población, fue el que se inició en los montes de Saiar, en Caldas, a última hora de la tarde del 4 de agosto y acabó por extenderse por el monte Xiabre hacia Vilagarcía.

Casi sin tiempo a descansar, después de estar analizando las medidas a adoptar para recuperar el terreno en O Courel, Cristina Fernández, investigadora del departamento de Protección Forestal del CIF de Lourizán, se trasladó con otros miembros del equipo el 9 de agosto a los montes de Saiar y Vilagarcía para evaluar el estado de los suelos y las posibles medidas a tomar después de un siniestro de tales dimensiones. “Lo que estamos haciendo en primer lugar es realizar una evaluación de riesgos especialmente en lo que respecta a las posibles escorrentías o movilización de sedimentos, teniendo en cuenta que en la zona hay instalaciones sensibles como pueden ser el embalse de O Con”, una infraestructura que forma parte de la red de abastecimiento del ayuntamiento de Vilagarcía.

“Lo normal es que esas mismas hojas de los árboles sirvan de manto natural en cuanto se caigan, tanto las secas como las que no ardieron”

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Según explica Cristina Fernández, después de dos días de trabajo sobre el terreno la conclusión que alcanzan es que, dentro del grave daño que siempre supone que el monte arda, “el nivel de afección no es tan alto en el suelo en la mayoría de la superficie afectada por el incendio”. También se pudo comprobar que “la zona arbolada, principalmente eucalipto y pino, conserva casi toda su hoja” y esto es clave a la hora de afrontar las posibles medidas tanto de recuperación ambiental del monte, como para evitar posibles efectos secundarios por la erosión y movilización de sedimentos monte abajo. “Lo normal es que esas mismas hojas de los árboles sirvan de manto natural en cuanto se caigan, tanto las secas como las que no ardieron”, explica Fernández. Sería algo parecido a la técnica de “mulching” que sí se aplica en otros montes más dañados, con el lanzamiento de paja sobre el terreno quemado desde vehículos terrestres o helicópteros, pero que se produciría de forma totalmente natural, gracias a esta menor afectación por el fuego.

Es por ello que, por ahora, y debido a que “no hay afectación grave” en los suelos, no parece que se vayan a adoptar medidas como la creación de diques artificiales para impedir el arrastre de sedimentos. Las medidas de recuperación deben centrarse ahora en medidas más a largo plazo por parte de los propietarios de los terrenos, en su mayor parte comunidades de montes de la zona, a partir de esta “regeneración natural” del suelo.

Otra vista de los montes quemados en este incendio. Noé Parga

Incendios en 2016

Para Cristina Fernández, la “gran pena” de este incendio es que afectó a una zona ya muy castigada en el pasado por estos sucesos. El fuego provocó además que se viniese abajo todo el trabajo desarrollado por las comunidades de montes a lo largo de los últimos años para reparar y crear cinturones de protección con especies autóctonas que estaban en fase de crecimiento. Precisamente, tenían como objetivo recuperar una zona ya afectada por los incendios en 2006 y en 2016 y algunas de estas plantaciones con especies jóvenes de árboles como castaños se vieron afectados por el fuego, por lo que obligará a las comunidades a “tener que empezar de cero” otra vez en algunos puntos.

Un incendio y un monte declarado zona catastrófica

Los dos ayuntamientos de Caldas y Vilagarcía están incluidos entre los que se pueden beneficiar por las ayudas del Gobierno Central al incluir este incendio entre los que se declararon como zona catastrófica tanto por su afección al monte como a otro tipo de bienes. Probablemente, serán los comuneros de las zonas afectadas quienes podrán optar a estas ayudas para recuperar un monte en el que habían trabajando durante años para recuperar precisamente zonas quemadas en olas de incendios anteriores. La superficie quemada finalmente pudo haber superado las 500 hectáreas. La parroquia caldense de Saiar fue hasta hace bien poco una de las que aparecía sin falta entre los planes de prevención de la Xunta como una zona de alto riesgo incendiario. Finalmente, después de varios años sin incendios (los últimos en 2016) había logrado salir de la lista pero este año el fuego volvió a prender, todo indica que de forma intencionada, en estos montes.

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