La complicidad entre nietos y abuelas iluminó ayer la tarde de Pontevedra. El “Desafío Filloa” , que forma parte del festival “Avoa Fest”, convirtió la Alameda en una gran cocina, con el amor y la alegría como ingredientes estrellas. Se trató de una iniciativa puesta en marcha por la Concellería de Promoción Económica, que dirige Yoya Blanco, y que pretende en el marco del proyecto “Pontevedra Capital Gastro” homenajear a todas las mujeres cocineras que guardaron en su memoria el patrimonio gastronómico de la ciudad.

Foto de familia de las abuelas y nietos participantes en el mismo.

A las 18 de la tarde los delantales estaban listos, los fogones calentando y las sartenes en mano. Cuca Gómez Vergutini cocinó con la ayuda de su nieta y ahijada Paula, de 20 años; Olga Juncal Acuña lo hizo acompañada de sus nietos Óscar y Manuel, de 14 y 10 años; Luisa Ruibal Abilleira contó con la ayuda de Nahuel, de 10 años, mientras que Gloria Otero Álvarez se unió al reto apoyada por su nieta Yara, de 11 años.

No faltó el humor a la cita, el cómico, “Isi”, fue el encargado de despertar las carcajadas, mientras preguntaba a las parejas competidoras los secretos de cada una de sus recetas.

La leche, los huevos, el harina y el azúcar fueron mezclados con gran maestría y pronto el olor de las tradicionales filloas conquistó la Alameda, haciendo que muchos curiosos se acercasen al escenario a la búsqueda del origen del dulce aroma.

El jurado estuvo conformado por el grupo de cocineros y cocineras de la Banda de Cociñas de Pontevedra, entre los que se encontraron Marta Santiago, de A Fervella; Sergio Roma, de O Souto; Carmen Canabal, de Casa Street Food; Marcos Romero, de Mar de Fóra:, y Marta García, de Meigas Fóra. También valoraron las recetas Ricardo Fernández, docente del CIFP Carlos Oroza; Jorge Soto, vicerrector del Campus Universitario de Pontevedra, y Silvia Guerra, de Confecciones Story, encargada de confeccionar los delantales de las abuelas y pequeños participantes.

Finalmente, el galardón Culler de Madeira Gravada fue entregado a Cuca Gómez Vergutini y su nieta Paula, en un evento que no dejó dudas al poder intergeneracional de la cocina.