Tras el anuncio del Gobierno central de que por primera vez destinará fondos para excavar una fosa común en busca de víctimas de la represión, en concreto la ubicada en el cementerio de Tenorio, Cotobade, Xosé Álvarez Castro es uno de los que celebra que el Ejecutivo atienda las recomendaciones de los organismos internacionales de Derechos Humanos y España deje de ser el segundo país del mundo, tras Camboya, con más personas enterradas en fosas comunes. Superan holgadamente las 110.000.
–¿Confía en el resultado de la búsqueda en Tenorio de los 11 represaliados?
–Soy muy escéptico ante que se puedan encontrar a las víctimas en la fosa de Tenorio. Las fosas que están dentro de cementerios son muy problemáticas en ese sentido porque normalmente ya se removió tierra, se llevaron a cabo enterramientos anteriores etc. Y la idea que tengo es que en la primera excavación no se encontró nada precisamente por eso, porque lo que aparece es una mezcla de diferentes restos.
–¿Qué sabemos de ese enterramiento?
–Lo que sí sabemos es que ahí, en el cementerio de Tenorio, se enterraron cuerpos de un fusilamiento masivo que se produjo en A Vota do Couto, en Cotobade, a principios de noviembre, pero insisto en que soy escéptico sobre el resultado final de estas excavaciones cuando se hacen en cementerios. Me parece muy bien, en todo caso, que se intente hacerlo, más allá del resultado.
Lo que tienen en común es, precisamente, que obligan a una serie de personas a que vayan con carros para recoger los cadáveres para llevar a enterrar en los cementerios, por eso tenemos referencias de esos fusilamientos masivos
–¿Por qué cree que se seleccionó entonces esta posible fosa en concreto?
–Mi impresión es que se basaron un poco en el listado de fosas que utilizó el juez Garzón, y ahí hubo un momento en el que se mezclaron cosas, se vincularon aspectos de la fosa que hay en el cementerio de Xeve, que también fue un grupo de seis o siete fusilados, no lo sabemos muy bien, que murieron en esas mismas fechas, con ésta de Tenorio, que eran 11 personas, se mezclaban en ese listado cosas de unos y de otros.
–¿Por qué sabemos que en esos dos cementerios hay represaliados?
–Porque hay un elemento común entre ellas. El fusilamiento de Xeve fue en A Volta da Lomba, en Gargallóns, el límite entre Xeve y Campo Lameiro, y el de Tenorio, como decíamos, en A Volta do Couto, y lo que tienen en común es, precisamente, que obligan a una serie de personas a que vayan con carros para recoger los cadáveres para llevar a enterrar en los cementerios, por eso tenemos referencias de esos fusilamientos masivos.
Las “sacas” de las cárceles fueron ordenadas por las autoridades golpistas de zona... Cumplieron con los trámites burocráticos exigidos para los traslados y los encargados de la custodia eran guardias civiles, acompañados de falangistas y “cívicos”
–¿Cómo fue ese último trimestre de 1936 en la comarca de Pontevedra?
–Ya empiezan en septiembre, pero después en los dos meses siguientes hay toda una serie de “sacas” en las cárceles. Es decir, cogen a grupos de gente de la cárcel o de la Illa de San Simón, que después aparece en determinados lugares fusilada.
–Ha documentado recientemente en su blog cómo era la mecánica de estas “sacas”…
–Lo que he intentado es publicar con datos, documentos y todo tipo de pelos y señales cómo era la mecánica de los “paseos” y cómo a veces se disfrazaban diciendo que eran fugas individuales, a las que se aplicaba la Ley de Fugas, cuando después fui comprobando todos los informes de la Guardia Civil sobre esas personas y ves que parecen individuales pero en realidad murieron todas en el mismo momento, con los mismos conductores del vehículo etc, es prácticamente imposible.
–¿Fueron, como se ha defendido, en su mayoría actos incontrolados ligados a temas personales, rencillas entre grupos etc?
–En absoluto, las “sacas” de las cárceles fueron ordenadas por las autoridades golpistas de cada zona, desde delegaciones de orden público a comandancias militares. También cumplieron con los trámites burocráticos exigidos para los traslados y los encargados de la custodia eran guardias civiles, acompañados de falangistas y “cívicos”. Se justificaban después con esos informes de fugas individuales, casi todos idénticos y sin credibilidad. No son actos incontrolados, sino instrucciones de las autoridades.
