El amor de Víctor Magariños por el mundo del motor comenzó cuando era un niño. Sus inicios le llevaron encima de un kart casero con el que comenzó a explorar las pistas de tierra y, paso a paso, a crecer a medida que también lo hacía su carruaje. Su relación con las cuatro ruedas lo ha acompañado desde su nacimiento, el 17 de noviembre del 1972 en Pintos, lugar perteneciente a la parroquia pontevedresa de Marcón, y hasta hoy, cuando la carretera, que le dio la vida durante 48 años, también se la quitó en un accidente de tráfico previo al Rally de Pontevedra, que se prevé para la próxima semana.
Gozó de su mayor éxito deportivo en los años 90, cuando consiguió ser campeón gallego de montaña y subcampeón de ralis, y siempre fue un hombre "superquerido" en el ámbito personal. Quienes compartieron tiempo con él, lo recuerdan como "superagradable, muy buena gente y colaborativo". Magallanes tenía una pareja y un hijo de 20 años que había concebido con su exmujer, Rosana, en los años 90, quien también fue su copiloto.
Actualmente, a bordo de su BMW M3 era el conductor especialista en competición de la Escudería Integral Motorsport -que cuenta con un conocido taller en Pontevedra-, que destaca en su propia página web su motivación desde joven “especialmente por los ralis y pruebas que se disputaban más cerca de su casa”. Con ese mismo coche iba a disputar su primera competición este año, la prueba anfitriona en su hogar, el Rally de Pontevedra, tradicional Rally del Albariño, la segunda cita del Campeonato Gallego.
De su Seat 1430 al BMW M3
Magariños fue creciendo a cada kilómetro con mucho esfuerzo. Su primer hijo automovilístico fue un combinado entre un Seat 1430 de serie que aunó junto con otro de la misma marca con bagaje en tierra. Con este coche se presentó al Rally del Albariño del 1995 siendo un querube de 22 años. Lo hizo en la categoría de Históricos. “Fueron unos años inolvidables para él”, destacan desde la propia Integral Motorsport.
Cuatro años más tarde, en el 1999, se coronó con un bronce absoluto y un oro en el grupo X del Campeonato Gallego de Rallis, pero no sería con su Seat, sino con su nuevo compañero de viaje: su BMW M3, el cual mimó de forma concienzuda hasta el último momento.
Desde entonces, dejó sus marcas de rueda en diversas pruebas del mismo torneo autonómico, en el Campeonato Gallego de Montaña e, incluso, probó suerte en citas a nivel nacional.
El piloto pontevedrés era muy querido por el mundo del motor y las muestras de cariño han sido innumerables en las redes sociales. Medios estatales e incluso internacionales se han hecho eco de la noticia que ha consternado al motor. Además, el secretario general para el Deporte, José Ramón Lete Lasa, en una nota de prensa y "en nombre del deporte gallego", ha lamentado profundamente el deceso del piloto y ha querido enviar un mensaje de "ánimo y apoyo a todos sus familiares y amigos, así como a todo el sector automovilístico gallego".