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San Mauro 2.0

El proyecto en cuestión ha perdido mucho lastre en su largo caminar

Infografía sobre el nuevo San Mauro. // FdV

El Meollo de la cuestión está en saber las razones por las cuales el proyecto San Mauro 2.0 del equipo de gobierno de Lores, que acaba de presentar por segunda vez la portavoz, Anabel Gulias, acumula tanto retraso y, de paso, vislumbrar las causas del empequeñecimiento sufrido con el paso del tiempo, desde que hace cuatro años hiciera lo propio la concejala Carmen Fouces. Hasta el momento no ha habido respuesta convincente para ninguna de estas dos inocentes preguntas.

El BNG anunció este proyecto estrella acorde con la Pontevedra de premio cuando gobernaba en solitario el Ayuntamiento. Entonces encuadró su ejecución en el considerable aumento de las demandas de incineraciones, cada vez mayor en todas partes. En esta cuestión parece que los pontevedreses no eran ni son tan diferentes a los demás mortales.

En síntesis, se trataba y aún se trata de una ampliación del cementerio de San Mauro con una parcela destinada a la acogida de ceremonias mortuorias de carácter laico o descreído, así como al depósito de las cenizas de los muertos en unos columbarios, todo ello dentro de un conjunto armónico y aderezado con una obra escultórica de Daniel Caxigueiro y un mural de Amalia Palacios. Igualmente se anunciaba la adecuación de una pradera anexa para el libre esparcimiento de cenizas como opción alternativa y gratuita.

Encargado el proyecto en 2016 al estudio de arquitectura ARC+S, la concejala Carmen Fouces explicó un año después sus principales características, e incluso puso fechas al inicio de la obra y también a su inauguración: octubre de 2017 y noviembre de 2018, respectivamente.

Dos años y medio después de aquel anuncio público, no solo estamos in albis, sino que además el proyecto en cuestión ha perdido mucho lastre en su largo caminar. Es decir, que ha ido de más a menos, puesto que de los 1.083 columbarios que anunció Carmen Fouces ha bajado a los 312 habitáculos que confirmó Anabel Gulías.

Y además, a estos cuatro años de retraso acumulado, hay que añadir ahora que el celestial proyecto va a ejecutarse por fases, dejando abierta sine die su conclusión final.

Quizá todo sea cosa del mismísimo Lucifer. En tal caso, ya veremos como acaba y si responde o no a la expectativa creada.

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