Es duro perder a una familiar, pero más duro todavía es tener la certeza de que fue asesinada y no lograr la justicia que merece. Ese fue, básicamente, el mensaje que la familia de la pontevedresa Sonia Iglesiasexpresó ayer en la manifestación que recordó en las calles del centro de la ciudad su desaparición hace nueve años. Estas duras y sentidas palabras fueron pronunciadas, como es habitual, por su hermana, Mari Carmen Iglesias, una mujer que, al igual que toda la familia de la desaparecida, no ha dejado de sufrir desde aquel fatídico 18 de agosto de 2010.

Cientos de personas volvieron a arroparles en la marcha y la concentración que partieron desde la Praza da Ferrería dando un rodeo por la calle Benito Corbal y hacer las habituales paradas ante la Comisaría de la Policía Nacional y la tienda de Massimo Dutti, en la que la joven trabajaba cuando desapareció.

Portando la pancarta del numeroso grupo, los padres, hermana y sobrina de Sonia Iglesias, entre otros allegados.

Han pasado nueve años, pero no quieren estar callados, porque buscan justicia. "Las palabras para reclamar justicia para mi hermana Sonia se me van agotando, pero no las fuerzas, la esperanza o los argumentos", comenzó diciendo Mari Carmen Iglesias visiblemente emocionada. Tampoco se les acaba la esperanza de "encontrar su cuerpo, de saber qué le pasó y de poder ponerle rostro, nombre y apellidos a quién o quienes la arrebataron de nuestro lado".

Y es que las palabras "fuerza" y "fortaleza" fueron las más repetidas en su discurso. "Las fuerzas para seguir luchando por ella, año tras año, sin desaliento y hasta el final de nuestros días. Los argumentos para tener la certeza de que él o los responsables de su desaparición, estaban cerca, acechando, esperando el momento en la sombra, después de haber exprimido su sonrisa hasta marchitarla y creyéndose con el derecho de no compartirla con nadie", afirmó.

La sospecha

Aunque en ningún momento pronunció el nombre de la que había sido la pareja durante años de su hermana, Julio Araújo, con quien tenía un hijo en común, las siguientes frases dirigieron la acusación hacia él: "Nadie está preparado para la desaparición de una hermana, de una hija, de una madre, de una amiga?, pero tampoco para ver a los ojos a su asesino y contemplar en ellos ese sentimiento de victoria, de falta de arrepentimiento, de convencimiento de que se saldrá con la suya sin castigo. Esa mirada es precisamente la que nos da la fortaleza necesaria para seguir luchando, para que algún día alguien valiente hable de lo que sabe, de lo que vio, de lo que participó o encubrió; para que ese detalle, que parecía sin importancia, pero que puede ser la pieza clave para completar el puzle, salga a la luz".

La familia perdió a Sonia aquel día, pero con ella también sus propias vidas de algún modo. "Lucho para que quedar impune no sea una opción para el asesino de Sonia y de su familia, porque a nosotros también nos ha matado en vida, y sigue condenándonos a un purgatorio al que no le vemos final", dijo su hermana.