Jun Wang montó su bazar en la calle Blanco Porto hace 15 años, pero son más los que lleva viviendo en España. Antes estuvo trabajando en Barcelona y en Madrid y conoció A Coruña, Santiago, Vigo y Ourense, aunque ninguna le gustó tanto como Pontevedra.
Está al frente de su negocio con su mujer. El matrimonio tiene tres hijos: dos están estudiando en la ESO y el mayor en Bachillerato. Su experiencia en un almacén de importación en Madrid le sirvió de gran utilidad para sacar adelante el Súper Euro Pontevedra. "No tuve problemas para montar el negocio. Cuento con un gestor que me ayuda", explica.
Jun Wang, como una gran mayoría de los chinos que llegan hasta España, procede del Condado de Qingtian, una zona montañosa de la provincia de Zhejiang, en China. Al ya pontevedrés no le costó adaptarse a la Boa Vila porque su pueblo era pequeño. De hecho, reconoce que sus experiencias en Madrid y Barcelona no fueron tan buenas, al tratarse de ciudades grandes, en las que cada uno termina yendo a lo suyo. "En Pontevedra la gente está más relajada que en Madrid o Barcelona. La gente allí no te conoce, ni siquiera tus propios vecinos. Aquí sí, te saludas con todos los del edificio", asegura.
"En Qingtian hay mucha pobreza. Cuando volví a mi pueblo después de diez años fuera no lo reconocía de lo mucho que ha cambiado", confiesa.
Problemas con el idioma
Lo más difícil en su adaptación a España fue el idioma, dice riendo y con, todavía, algunas dificultades para poder expresar algunas ideas. Sus hijos, al haber estudiado son bilingües.
Tal y como pasa el tiempo, a Jun Wang le gustaría quedarse en Pontevedra para siempre, aunque los chinos hablan poco de la jubilación. "Soy feliz aquí, en Pontevedra, porque conozco a mucha gente y tengo amigos", reconoce.