En 1945 en gran herbario de Baltasar Merino fue cedido al Centro de Investigación Forestal (CIF) de Lourizán, que ayer fue escenario del encuentro de recuerdo al botánico, un ilustre científico burgalés afincado en Galicia, en el centenario de su fallecimiento.

Sus obras y trabajos como meteorólogo y ecólogo, así como su influencia sobre los botánicos que lo siguieron en el conocimiento de la vegetación tuvieron cabida en el encuentro, en el que participaron expertos del CIF de Lourizán y de las Universidades de Santiago y Vigo, que también abordaron los herbolarios elaborados por este padre jesuita durante su vida. Destaca especialmente el que lleva su nombre y que reúne miles de variedades, con unos 12.000 pliegos en total; su labor fue decisiva en el conocimiento de la flora de Galicia, como destacó el director xeral de Ordenación Forestal, Tomás Fernández-Couto.