Estaba llamado a ser el protagonista absoluto de la entrega de premios de la Fundación Luis Tilve y Baltasar Garzón no defraudó. Entró iniciado el acto (un retraso justificado por el plantón de los controladores) arropado por un caluroso aplauso del numeroso público que abarrotaba el Teatro Principal entre el que se echaba en falta la presencia de algún miembro de la judicatura. Ni un juez, ni un fiscal de Pontevedra acudió a la entrega del galardón "Acción Solidaria" de la fundación vinculada a la UGT al magistrado.

La sombra del magistrado pontevedrés Luciano Varela –artífice del proceso que sentará a Garzón en el banquillo por investigar los crímenes del franquismo – es alargada y planeó sobre estas ausencias y también sobre el interés inusitado de muchos por ver quien estaba y quien no en el acto. Y en este recuento fue visto con naturalidad la presencia del alcalde nacionalista Miguel Fernández Lores, con agradable sorpresa la del portavoz municipal del PP y candidato a la alcaldía, Telmo Martín y con decepción la ausencia del candidato del PSOE a la alcaldía, Antón Louro, dado que la portavoz municipal, Teresa Casal, está convaleciente de una operación y que la Fundación Luis Tilve es socialista.

Baltasar Garzón, al concluir el acto, quiso restar interés al morbo que suscitaba su presencia en la ciudad: "El magistrado Varela es de Pontevedra como yo soy de Jaén y por tanto si fuera a Jaén sería bien recibido como yo he sido bien recibido aquí".

Momentos antes y nada más tomar la palabra se ganó a un público, entregado de antemano, al saludar al auditorio en gallego, pedir disculpas por no hablarlo y solicitar permiso para continuar su alocución en castellano. Se declaró de entrada "agradecido" por el premio que recibía y en primer lugar por las circunstancias que vive pues "a nadie se le escapa que es un momento difícil en lo personal y lo profesional para mí".

Y sobre todo lo agradecía por las razones esgrimidas por el jurado para concedérselo: su compromiso con la justicia universal, por su defensa de las víctimas del narcotráfico, del terrorismo y de las dictaduras –incluida, recordó, la franquista– y por su apuesta por los valores democráticos.

"Son malos tiempos para la justicia y entre todos debemos cambiar la inercia" señaló el magistrado para recordar que la globalización económica y política "ataca y destruye a los débiles" mientras que la globalización no llega a los derechos humanos y sociales.

Pero para Garzón hay lugar para la esperanza y lo aprendió en esta tierra: "Galicia me enseño que merece la pena luchar contra fenómenos como el narcotráfico. Comprobé que cuando una sociedad reacciona, se pone en marcha, superando la indiferencia, la pelea está ganada frente al crimen organizado".