La Illa de Tambo recibió ayer la visita de una expedición cinco años después de que se organizaran las últimas visitas guiadas a este enclave. Los responsables del proyecto Municipium Poio, que trabajan en la puesta en marcha de la primera guía turística del ayuntamiento, organizaron el viaje en el que también participaron representantes municipales entre los que se encontraba el alcalde, Luciano Sobral, así como una de las monitoras encargada de guiar a los visitantes que participaron en los últimos viajes a la zona, antes de que la isla quedase cerrada al público.

Los participantes realizaron el mismo recorrido que hace cinco años, eso sí, se toparon los senderos llenos de vegetación debido al abandono en el que quedaron sumidos desde que el Concello realizara las últimas limpiezas para posibilitar la organización de las rutas con motivo de la Festa do Mar. El primer punto de parada de la comitiva que participó ayer en la iniciativa fue la antigua guarnición habilitada durante la etapa de la historia más reciente de la isla, en la que fue destinada a usos militares. "Aquí había un cuerpo de guardia permanente compuesto por ocho soldados. Detrás estaban las perreras y dicen que de noche soltaban siempre los perros", destacó la guía.

La ermita es la siguiente referencia con la que se encontraron los visitantes. De ella, tan sólo queda la fachada, aunque se conserva en muy buen estado. La especialista relató que existen evidencias que apuntan a la localización de una capilla en este mismo punto en el siglo VI y que fue fundada por San Fructuoso. "En el siglo XVI el pirata Francis Drake invadió la isla y tiró la Virgen de Gracia al mar, a la que se había dedicado el templo. A partir de este suceso surge la leyenda de que fueron los vecinos de Combarro quienes rescataron la imagen del mar y la trasladaron a la capilla donde hoy la veneran", continuó. La capilla fue reconstruida en el siglo XVIII y se dedicó a San Miguel. "En el siglo XIX los vecinos de Combarro y Marín viajaban a Tambo en dornas para participar en la romería de San Miguel", matizó la guía.

El antiguo lazareto, con más de 150 años de historia a sus espaldas, es otra de las emblemáticas construcciones de la isla. La edificación conserva una moderna mampostería, puesto que antiguamente había en su lugar un monasterio benedictino que pasó en el siglo XIX a manos laicas, convirtiéndose en un lazareto. En aquel entonces el puerto de Marín era el más importante de la zona por lo que se derivaba a Tambo a los marineros con enfermedades infecciosas. Este uso tan sólo se conservó durante quince años debido a las protestas de los vecinos que consiguieron que el lazareto se trasladara la isla de San Simón y con él también lo hizo la repercusión del puerto, pasando a ser el de Vigo el muelle de referencia.

La ruta discurrió a continuación por las inmediaciones del almacén de pólvora construido con motivo del uso militar y más reciente de la isla. La guía recordó que incluso en algún momento se planteó la construcción de una pista de aterrizaje para aviones militares que finalmente no llegó a buen puerto.

Tras 45 minutos de recorrido la expedición recaló en una pequeña playa conocida con el nombre de Area da Illa, donde se localiza la fuente de agua de San Miguel.

Aunque la maleza impide avanzar por los antiguos senderos, la isla, que cuenta con una superficie de 24 hectáreas, alberga en su interior otros tesoros, como un castro, un molino y un faro que todavía está en uso y al que se puede llegar andando cuando la marea está baja.

Las construcciones y legados arqueológicos no son la única riqueza que alberga Tambo. En esta zona los arbustos y los árboles frutales campan a sus anchas y regalan el ambiente con su aroma más natural e intenso.

Sin embargo, la dilatación de los trámites burocráticos para su cesión a la Xunta, puesto que hasta el momento la isla es competencia del Gobierno central, impiden que vecinos y visitantes puedan disfrutar de sus encantos y se tengan que contentar con observarla desde alguna de las ventanas al mar de la ría.