Los más aficionados a las delicatessen tal vez no acudan esta tarde a la corrida de toros protagonizada por toreros “mediáticos” como Francisco Rivera Ordóñez, Manuel Díaz “El Cordobés” y David Fandila “El Fandi”, que completa la terna. Pero aunque no asistan al coso de San Roque, sí se verán beneficiados en su menú, ya que la próxima semana podrán disponer de la sabrosa carne de toro.

Los restaurantes, pero también las amas de casa más enteradas, son los principales destinatarios de estos productos que, como recuerdan los trabajadores del supermercado Moldes “no es más cara que otras carnes y de hecho es más asequible que, por ejemplo, la de ternera”.

Así, a día de ayer podían adquirirse sabrosas costillas a 3,49 euros. Su color es ligeramente más sanguinolento que otras carnes y también su firmeza y sequedad, aspectos que los aficionados a la gastronomía conocen y valoran.

Caso aparte son las criadillas (los testículos de la res) a los que no pocos atribuyen propiedades afrodisíacas.

“La carne se agota en aproximadamente dos días y se vende toda” explican los encargados de vender este producto cuyo consumidor valora especialmente que se trate de animales criados en libertad (no estabulizados, lo que reduce sensiblemente la calidad de la carne) y que pastan o, al menos, son alimentados con forraje y no con piensos.

Numerosos clientes de los supermercados Moldes, que vende en exclusiva las reses que se lidian en la plaza de Pontevedra, son fieles cada año a estos productos.

A propósito de qué se demanda más, los carniceros explican que “piden de todo, se vende muchísimo y más que hubiese”.

Eso sí, a las estanterías del supermercado no llega nunca el sabroso rabo de toro, que habitualmente se reserva para el entorno de los ganaderos y responsables de la plaza.

Cria natural

Un año más, las reses de Victorino Martín serán de las más demandadas en las estanterías de los supermercados ya que se trata de una ganadería famosa por sus métodos de cría naturales.

El proceso para la venta de esta carne arranca desde el mismo momento de su retirada de la arena. Tras producirse el rigor mortis, las carnes son introducidas en frigoríficos con el fin de que pierdan rigidez.

A fin de garantizar la exactitud e higiene de todo el proceso, la plaza de Pontevedra cuenta con el oportuno dispositivo para el proceso de lavado y eliminación de vísceras.

Asimismo, cuenta con una trócola para suspender y descuartizar las reses y varios sistemas higiénicos como un esterilizador que se emplea para eliminar todo posible resto contaminante de los cuchillos y sierras con los que se manipula la carne.

Y a partir de la venta en el supermercado, todo depende ya del talento del cocinero. ¿Las preparaciones favoritas? A falta del rabo de toro los grupos de amigos que compran las reses se decantan por los estofados o los suculentos chuletones “a la piedra”. Otro modo de degustar la feria.