Conocidos de Nerea Añel afirman que su novio acusado la maltrataba y la madre ve homicidio: "Él me engañó"

"Yo estaba denunciando su desaparición en la comisaría y él me juró: 'Tranquila, está en la cárcel'" | Trabajadoras del motel difieren con Julio G. S. sobre cómo fue la huida de la pareja la tarde que ella murió

La madre y allegados de lavíctima, con los abogados de la acusación particular, este martes.

La madre y allegados de lavíctima, con los abogados de la acusación particular, este martes. / IÑAKI OSORIO

Javier Fraiz

Javier Fraiz

Las acusaciones consideran que Nerea Añel Vázquez, una joven ourensana de 26 años que murió de forma violenta el 15 de enero de 2020, es una víctima de la violencia machista. En la segunda sesión del juicio, este martes, varias personas del entorno de la joven en Covadonga, el barrio de la ciudad en el que la pareja compraba y consumía drogas a diario –ella llevaba dos años enganchada, pese a los esfuerzos de su madre por sacarla de ese mundo–, manifestaron que Julio G. S., acusado de homicidio, maltrataba a su pareja.

“Vi a Julio dar a Nerea una buena hostia, un bofetón, en un portal de la calle Júpiter”, declaró uno de los testigos. Discutían y se pegaban “mutuamente”, tanto esa jornada como otras, añadió.

“Antes de los hechos ya le había pegado, un puñetazo y un cabezazo cuatro o cinco días antes”, indicó otro conocido. Hay una causa judicial distinta a la del presunto homicidio que se tramita contra Julio G. S. por el presunto maltrato que sufría Nerea. En ese procedimiento, el novio se acogió a su derecho a no declarar.

“Él le pegaba. Una vez vi que Nerea tenía un ojo morado, le pregunté y me dijo que había sido Julio”, afirmó otro testigo. Este hombre se encaró con el encausado en un momento del interrogatorio –los policías tuvieron que situarse en medio– y también cuando salía de la sala. El magistrado presidente ordenó que su amenaza conste en acta para que el jurado analice la posible parcialidad de su declaración, por una enemistad. Un tercer testigo, que era amigo de Nerea así como de Julio, también se enteró de un supuesto cabezazo de él a ella.

El acusado, Julio G. S., entra
bajo custodia en el palacio de
justicia de Ourense.   | // I. OSORIO

El acusado, Julio G. S., entra bajo custodia en el palacio de justicia de Ourense. / IÑAKI OSORIO

Las personas del círculo de la pareja en Covadonga indicaron ante el jurado que, tras la desaparición de Nerea, Julio relató que ella había sido detenida por la Guardia Civil cuando salía del motel, después de un hurto previo a un taxista por el que fueron reprendidos y se fueron huyendo del establecimiento la tarde del 15 de enero de 2020.

Julio contó en Covadonga que la chica había ingresado en la cárcel y que él ya había mantenido una comunicación vis a vis con ella, en la que además aprovechó para llevarle dinero. Incluso aseguró que la madre de Nerea le había dado 100 euros para ella. “Investigamos y estaba mintiendo. Él se inventó unas cuantas historias”, dijo en su interrogatorio el testigo que se encaró con él.

A los conocidos les extrañó que Nerea hubiera entrado en prisión por un hurto –no tenía antecedentes–, y les pareció imposible que, en un breve periodo de tiempo, el novio hubiera logrado que el centro penitenciario aprobase una comunicación vis a vis. El trámite puede tardar meses.

Otro de los testigos que intervinieron el juicio fue el novio de Nerea durante seis años. La gente se preocupaba y “se extrañaba” por la ausencia prolongada de la joven en Covadonga, confirmó la expareja. Julio también le dijo a él que la chica no había desaparecido, sino que estaba presa.

Julio G. S., el primer día del juicio.

Julio G. S., el primer día del juicio. / BRAIS LORENZO

Esas presuntas mentiras las sufrió la madre, incluso de la boca del encausado. La noche de Reyes de 2020 fue la última vez que Belén Vázquez vio a su hija con vida. Había acudido a cenar a casa, para seguir la tradición que desde niña tenía de recoger los regalos y un calcetín de chucherías. A la hora de marcharse, “bajé y me lo presentó como su pareja, yo no lo conocía”, recuerda Belén. No volvió a tener noticias de su hija.

Que el tiempo pasara sin que Nerea contactase no era habitual. Según la progenitora, podían transcurrir una o dos semanas, pero Nerea siempre daba señales. El 17 de febrero, dos días después de la muerte violenta, Belén contactó con un amigo de su hija para saber de ella. Este testigo le contó que llevaba “dos o tres días” sin verla. La mujer envió mensajes a varios de los contactos del círculo de Nerea. Uno le confirmó que Julio había dicho que Nerea se encontraba en la cárcel y que había visto que la Guardia Civil se la llevó detenida.

“Tranquila, Nerea no está desaparecida, está en la cárcel, vi cómo se la llevaba la Guardia Civil, te lo juro”, aseguró el acusado a la madre, según ella

A finales de enero, uno de los testigos, amigo de su hija, volvió a contactar con la madre. No había vuelto a ver a la joven. Otro testigo le transmitió que Julio decía que había estado con la joven en un vis a vis en prisión. La madre empezó a temer lo peor. El 5 de febrero, transcurrido más tiempo del habitual sin que Nerea diese noticias, Belén se presentó en la comisaría para denunciar. Estaba segura de que “no había desaparecido voluntariamente”.

Justo en ese momento, un conocido de la pareja la llamó y al teléfono se puso el acusado. La Policía pidió a la madre que activara el altavoz. “Tranquila, Nerea no está desaparecida, está en la cárcel, vi cómo se la llevaba la Guardia Civil, te lo juro”, dice la progenitora sobre esa conversación con Julio. “La Policía comprobó que no estaba en Pereiro ni en ninguna prisión de España y que no tenía antecedentes penales. Ahí es cuando empieza la búsqueda”, relató la madre ante el jurado, este martes.

"Llegó a decir que yo le había dado dinero para subirle a mi hija a prisión"

A la salida del juzgado, a preguntas de periodistas, Belén reiteró su convicción de que la muerte de su hija fue un crimen. “Yo creo que es un homicidio, porque él me engaño desde el primer momento y llegó a decir que yo le había dado dinero para subirle a mi hija a prisión, y qué el hizo un vis a vis allí con ella”. La madre, que ejerce la acusación particular, continúa a tratamiento y fue incapacitada debido al sufrimiento que le causaron estos hechos.

Belén Vázquez, madre de Nerea Añel.

Belén Vázquez, madre de Nerea Añel. / IÑAKI OSORIO

“Pregunté a Julio qué había pasado y dijo que habían discutido, que se enfadaron y que cada uno se fue por su lado”, asegura un amigo de Nerea. Se trata de una versión distinta a la que el sospechoso dio en su interrogatorio ante el jurado. Afirmó que se separaron tras decir ella que se “comería” el castigo por el hurto al taxista. El sospechoso alegó que incluso se despidieron con un beso y se emplazaron para el día siguiente en Covadonga.

Los pasos que siguieron tras su estancia en el motel difieren entre la versión del acusado y la que aportan los testigos. Julio G. S. asegura que se fueron por la carretera OU-540, en dirección a Ourense, y que, a unos 150 metros, ella dio marcha atrás para asumir en solitario el hurto al taxista. Según el acusado, se separaron, él se escondió en la cuneta y vio pasar un vehículo de la Guardia Civil en dirección al motel, y regresar pocos minutos después en sentido a Ourense. Su convicción es que la joven había sido detenida, mantiene él en su defensa.

La descripción de los testigos desmiente esa ruta. ¿Por qué huyeron Julio y Nerea del motel de Barbadás? Al ser descubiertos cuando se disponían a irse en un taxi, la tarde de los hechos, por un hurto previo a otro profesional. “Él me dijo que la ayudase a ella con las bolsas mientras iba a recepción, pero entró en el coche y me robó la cartera”.

El conductor, que en ese momento aún no se había percatado, llevó a la pareja a un supermercado del barrio de A Ponte, donde le pidieron que esperase. Le habían dado 20 euros. Pasado el tiempo y excedido ese importe, el taxista entró en el comercio y una trabajadora le contó que la pareja había huido por otra puerta. El taxista fue a la comisaría de Policía pero no llegó a denunciar. Sí decidió llamar al motel para explicar qué había ocurrido.

El motel en el que víctima y acusado estuvieron antes de los hechos.

El motel en el que víctima y acusado estuvieron antes de los hechos. / FDV

En el establecimiento había orden de que no les permitieran pasar. Con todo, la mañana del día de los hechos lograron acceder porque llegaron en un taxi y no les pidieron el DNI (se hacía de manera aleatoria en aquella época). Por la tarde una trabajadora alertó a la encargada de que podía tratarse de la pareja sospechosa.

Mientras otro taxista se disponía a irse con los jóvenes a la entrada del establecimiento, la encargada llamó la atención a Julio y Nerea y advirtió al conductor de que esos clientes habían robado la cartera a un compañero con anterioridad. Eran las 20.40 horas del 15 de enero de 2020. Los testimonios a partir de este punto descartan –al contrario de lo que sostuvo Julio– que la pareja se hubiera marchado por la carretera. Se fueron por el camino, según las personas que han declarado.

“En el momento en que la encargada me dijo que habían robado antes la cartera a un compañero, salieron corriendo por la puerta principal y giraron hacia la zona del camino”, dijo el taxista. Cuando este profesional regresaba en dirección a la ciudad de Ourense, no los vio en la carretera, ni tampoco se cruzó con ningún coche de la Guardia Civil, otro de los elementos que el acusado introdujo en su versión de defensa.

Acusaciones y defensa, junto al encausado.

Acusaciones y defensa, junto al encausado. / IÑAKI OSORIO

Pese a esa advertencia cuando aún se encontraban en el interior del recinto, a la encargada le dio la impresión de que los sospechosos acabarían por coger el taxi en la explanada exterior, así que decidió seguir sus pasos. Los avisó de que estaba dispuesta a llamar a la Guardia Civil si subían al vehículo.

"Los vi perfectamente hasta que se perdieron de vista. Iban corriendo a todo meter por el camino", asegura una testigo del motel

Gracias a haber salido pudo observar –según su testimonio– que Julio y Nerea se marchaban a la carrera por el camino, no por la carretera. “Corrían como desesperados por el camino que va a dar al pueblo fantasma. Los vi perfectamente hasta que se perdieron de vista. Iban corriendo a todo meter”, declaró.

Esta testigo subrayó que está “segurísima” de que Julio y Nerea no llegaron a la carretera, sino que se fueron por el camino. Desde esta pista se llega, tras un desvío por un terreno en pendiente, al cauce en el que fueron encontrados los restos de la víctima ocho meses después, en septiembre de 2020.

La otra trabajadora del motel que presenció la huida después del aviso al taxista del hurto previo a un compañero también se declaró “segura” de que, desde donde ella se encontraba, observó a la pareja yendo hacia el camino del monte.

Volvió al hotel solo, tras los hechos, y estaba "nervioso"

Tras la muerte de Nerea, de la que Julio se desvincula –la Fiscalía lo acusa de no auxiliarla tras una caída, evitando así salvarle la vida, mientras que la acusación particular cree que la atacó–, el sospechoso regresó al motel, solo.

Lo hizo unas horas después, de madrugada, y de nuevo la mañana siguiente, con el objetivo de recuperar supuestamente una cartera y de que le devolvieran el dinero porque la pareja había estado poco tiempo en el cuarto. Las trabajadoras tenían orden de no dejarlo entrar y de llamar a la Guardia Civil si se alteraba. Estaba “nervioso”, según una testigo.