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El impacto psicológico de la pandemia: 60 menores en consulta intensiva de salud mental

La unidad de atención infanto-juvenil del CHUO asiste a chicos con desregulación emocional, descompensación de la conducta alimentaria, depresión, consumo de drogas o ideas suicidas

Personal de la unidad de psiquiatría infanto-juvenil del hospital de Ourense. // I. OSORIO

Durante 2020, el año en el que irrumpió la pandemia, una docena de menores y jóvenes de entre 10 y 19 años falleció en España por COVID –diez casos confirmados de coronavirus y otros dos sospechosos–, mientras que los suicidios, un problema de salud pública que puede prevenirse con una intervención a tiempo, fueron la causa de la muerte de 61 españoles de esas edades tan tempranas, según el Instituto Nacional de Estadística. Supone casi el 11% de todos los fallecimientos del año pasado en ese grupo etario.

Los expertos constatan un incremento de los casos relacionados con problemas de salud mental y el daño psicológico derivado de la pandemia y de las restricciones sociales de las primeras olas.

En el marco del plan gallego de salud mental, en todas las áreas sanitarias de la comunidad se ha reforzado la atención de la salud psicológica de la población infantil y juvenil. Ourense, que fue pionera en Galicia en la implantación, hace más de una década, de una unidad específica para la prevención de suicidios de adultos, contará con un hospital de día para los menores. Según la Consellería de Sanidade, “ya se ha contratado al personal y se están habilitando espacios en el hospital”.

Sin esperar a que ese nuevo recurso esté en funcionamiento, los profesionales disponibles sostienen, desde finales del pasado mes de julio, una unidad de atención intensiva infanto-juvenil en el CHUO, que ofrece una asistencia más completa a adolescentes de 12 a 17 años con problemas de salud mental.

"Son edades en las que te validas socialmente y cuentas con una menor capacidad de aguantar la frustración. Las restricciones, primero en el confinamiento estricto y después continuadas de otras maneras, sí han sido el factor más aparente"

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“A partir de la segunda y tercera olas, vimos que cada vez había más adolescentes en las urgencias con una presentación un poco más aguda de lo normal, con cuadros muy acuciados, que les impedían dormir o les hacían tener ansiedad durante todo día, con por ejemplo desregulación emocional, descompensación de la conducta alimentaria, depresión, aumento de consumo de cannabis y, algunos, con pensamientos suicidas o cutting” [autolesiones a modo de cortes en la piel], explica Luis Docasar, el jefe del servicio de Psiquiatría y Salud Mental del área sanitaria de Ourense, Verín y Valdeorras.

En esta unidad, cuyas dependencias se encuentran en el edificio Materno Infantil del CHUO, intervienen profesionales de distintas disciplinas, como psiquiatría, psicología clínica, enfermería de salud mental o trabajo social. Han sido atendidos en las consultas unos 60 pacientes con edades entre los 12 y 17 años, la mayoría de la franja de los 15 y 16.

"Todo lo que se invierta en la atención de la población infanto-juvenil va a prevenir problemas de salud mental que se puedan desarrollar en la edad adulta. Una gran parte de los pacientes psiquiátricos empezaron con sus patologías siendo muy jóvenes"

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El efecto acumulativo de meses extraños y con restricciones, la denominada “fatiga pandémica”, el estrés continuado por el vuelco a nuestra vida que ha dado el COVID, “ha tenido algún efecto peculiar en este ámbito de población. Son edades en las que te validas socialmente y cuentas con una menor capacidad de aguantar la frustración. La situación no solo ha afectado al ocio o a salir, sino también al ámbito escolar o académico. Las restricciones, primero en el confinamiento estricto y después continuadas de otras maneras, sí han sido el factor más aparente”, subraya el especialista. “En algunos casos también ha habido otros, como un repunte en el consumo del cannabis, y también de alcohol, un aumento que se constató tras el fin del confinamiento estricto y que puede influir en cualquier otro trastorno existente”.

La existencia de una unidad de atención intensiva en el área de psiquiatría infanto-juvenil “facilita la accesibilidad de estos adolescentes y evita que se dilate en el tiempo la consulta, que es casi inmediata”, considera Docasar.

"La psiquiatría y la salud mental sufren tópicos, como que los pacientes están siempre atados, el psicólogo es un charlatán o el psiquiatra un torturador. Contribuyen al estigma. Afortunadamente, la salud mental se ha ido liberando del negacionismo"

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El principal punto de origen es pediatría, pero “un porcentaje significativo llega a través de urgencias”, apunta. “Por regla general, la patología de desregulación emocional suele mejorar con pocas consultas”, destaca.

El jefe del servicio de Psiquiatría de Ourense recuerda que “todo lo que se invierta en la atención de la población infanto-juvenil va a prevenir problemas de salud mental que se puedan desarrollar en la edad adulta. Una gran parte de los pacientes psiquiátricos empezaron con sus patologías siendo muy jóvenes”.

"Cuando hay un problema psiquiátrico o emocional es importante no negarlo y entender que requiere atención. Si el adolescente no duerme bien, si no come, si hay consumo de sustancias o no se socializa bien, hay que ir a consulta"

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Existen recursos en el sistema sanitario que mejoran la calidad de vida e incluso pueden salvar la vida. “Con la pandemia y las vacunas se ha puesto negro sobre blanco el negacionismo. La psiquiatría y la salud mental sufren tópicos desde siempre, como que los pacientes están siempre atados, el psicólogo es un charlatán o el psiquiatra es un torturador. Son tópicos que contribuyen al estigma. Afortunadamente, en los últimos años la salud mental se ha ido liberando del negacionismo y ha mejorado su consideración social”, reflexiona Docasar.

El especialista anima a pedir ayuda, sin miedos, sin vergüenzas. “Cuando alguien se pone mal a cualquier edad, hay que ir al médico. Cuando existe un problema psiquiátrico o emocional es importante no negarlo y entender que es un problema de salud que, como otros, requiere atención. Si el adolescente no duerme bien, si no come, si hay consumo de sustancias o si no se socializa bien, no hay que aceptarlo, sino venir a consulta”.

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