Mañana hará un mes del brutal ataque sufrido por una menor de O Carballiño de 14 años –ha cumplido 15 en el hospital, luchando por su recuperación– a la que un amigo, de 13, intentó matar con una pata de cabra para saber qué se sentía, según dijo. La adolescente continúa hospitalizada. “Sigue mejorando poco a poco”, dice su hermana. Ha necesitado nuevas intervenciones en los últimos días, pero “a pesar de todo, evoluciona favorablemente y sigue sorteando los obstáculos que van apareciendo. Es un ejemplo de ganas de vivir”, destaca.

La brutalidad del caso –además de los golpes con el objeto de hierro, sufrió una caída desde un segundo piso– y el hecho de que el agresor no afronte ninguna responsabilidad penal al ser menor de 14 años activaron una iniciativa de la familia para reabrir el debate legal. En la plataforma change.org, un total de 10.592 personas habían mostrado su adhesión, hasta ayer por la tarde, a la petición impulsada por la hermana de la víctima. “Pedimos reformar la Ley del Menor para que ninguna persona deba vivir esto de nuevo, no queremos que ningún menor pueda aprovechar este vacío legal para destrozar una familia y quedar impune”, dice la petición.

El pasado 30 de septiembre, el día del cumpleaños de la víctima, familiares y amigos se concentraron ante la Subdelegación del Gobierno en Ourense para expresar su deseo de recuperación y reiterar la exigencia de un cambio legal. “Mientras la Ley del Menor no se modifique, mañana puede ser cualquier familia la que pase por esto. Sigamos compartiendo, sigamos gritando y sigamos luchando no solo por mi hermana, sino por todos”, publicó la familia en la web de firmas el pasado 3 de octubre.

El plan con el agresor era que fuera sometido a una evaluación por parte de especialistas en salud mental en el Hospital Clínico Universitario de Santiago, adonde fue trasladado tras un primer examen en la Unidad de Agudos de Psiquiatría del CHUO.

La Fiscalía promovió también en su caso un expediente de protección, puesto que el ministerio público vela por el interés de los menores. Sin posibilidad de que sea imputado y responda penalmente por el intento de asesinato, la tutela por parte de la Xunta y el posible internamiento en un centro, en función de lo que determine el examen psiquiátrico, fueron las soluciones que se barajaron.

Tras el brutal ataque cometido el 9 de septiembre en el piso familiar de él, el menor llamó al 112 y contó que acababa de matar a su amiga, algo que afortunadamente no logró, aunque la joven quedó en estado crítico. El adolescente contó que quería experimentar qué se sentía.