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Firma ourensana en la teoría de que los planetas afectan a la actividad magnética del Sol

El físico y profesor del campus Antonio Ferriz Mas forma parte del equipo científico internacional que desarrolló el nuevo modelo

Antonio Ferriz, en el edificio de la Escuela de Aeronáutica de Ourense. FdV

Un equipo científico internacional del que forma parte el físico e investigador del campus de Ourense Antonio Ferriz ha desarrollado una teoría sobre el efecto de los planetas en la actividad del Sol que ha logrado un alto impacto a través de su publicación este miércoles en la revista Astrophysical Journal Letters. El trabajo apoya la hipótesis de que el pequeño efecto de marea de los planetas podría influir en la actividad magnética del astro.

El artículo está firmado por Ferriz Mas, profesor de la Escuela de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio y la Facultad de Ciencias de Ourense, además de los investigadores Carlo Albert, Filippo Gaia y Simone Ulzega, en la que supone una estrecha colaboración entre la Universidad de Vigo, el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), el EAWAG de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich y la Universidad de Ciencias Aplicadas, también de la ciudad suiza.

La explicación se basa en la resonancia estocástica, un fenómeno que “bajo ciertas condiciones, puede amplificar señales débiles, en su mayoría periódicos, hasta el punto de que produzcan consecuencias significativas”, detalla el estudio.

Una hipótesis de 2012

En 2012, en un trabajo en el que también participó Antonio Ferriz, se publicó la hipótesis de que los planetas podrían influir en el Sol. Para ello fue necesario reconstruir la actividad magnética solar durante los últimos diez mil años analizando la concentración de los isótopos cosmogénicos berilio-10 y carbono-14 en testigos de hielo de la Antártida y Groenlandia comparados con el movimiento de los planetas alrededor del Sol. “Se hallaron coincidencias que sugerían un vínculo, un resultado opuesto a la convicción generalizada de que la influencia de los planetas sobre el Sol resulta insignificante”, señala el equipo investigador. El artículo publicado ahora ofrece la explicación teórica del nuevo modelo que, de confirmarse, permitirá adivinar con más precisión los fenómenos solares, explican.

El mecanismo de resonancia estocástica fue propuesto en 1981 por Roberto Benzi y colaboradores para explicar la alternancia entre los períodos glaciales e interglaciales terrestres como consecuencia de la variación de los parámetros orbitales de la Tierra (lo que se conoce como ‘teoría de Milankovitch’), y está relacionado con el concepto de biestabilidad. El Sol, detallan, presenta un ciclo de once años, durante el cual su actividad magnética (que se manifiesta en forma de manchas, explosiones y eyecciones de materia al espacio interplanetario) oscila entre un mínimo y un máximo. Pero hay otros ciclos de períodos más largos. Según indica Carlo Albert, investigador del EAWAG de Zúrich, “pudimos demostrar que el Sol tiene dos estados de actividad estables: uno activo con gran amplitud y alta actividad solar, y uno más tranquilo con una pequeña amplitud y menor actividad”. Se trataría, por lo tanto, de un sistema biestable en el que se supone que el Sol salta entre los dos estados debido a las turbulencias en su interior. Y, dado que la turbulencia ocurre aleatoriamente, lo esperable es que estos cambios ocurran de manera completamente irregular e impredecible.

Imagen del Sol que combina datos en varias longitudes de onda y que muestra la complejidad de su campo magnético. ESO/P. Horálek/SOHO (NASA&ESA)/SDO

Sin embargo, comenta el equipo investigador, los datos de medición de la actividad solar sugieren que el salto de un estado al otro no ocurre al azar, sino que a menudo tiene un ritmo de unos 200 años. Se trataría de un ciclo superpuesto al de once años, que el trabajo de 2012 atribuía a la influencia de los planetas pero sin explicar cómo cuerpos tan pequeños podían afectar al Sol, cuya masa constituye el 99,86% de todo el Sistema Solar.

El trabajo publicado ahora propone una manera de amplificar esa influencia. “Los ingredientes de nuestro modelo son tres: biestabilidad, una señal modulada periódicamente (procedente de la débil fuerza de marea ejercida polos planetas), y ruido en el sistema, originado por la convección turbia existente en una zona del Sol que va desde la superficie hasta una profundidad de unos 200.000 kilómetros”, indica Antonio Ferriz. Hay, añade el físico, “una intensidad de ruido óptima tal que la débil señal de las fuerzas de marea de los planetas es amplificada lo suficiente como para influir en la generación del campo magnético del Sol”.

Confirmar la teoría

El siguiente paso del equipo será estudiar hasta qué punto las observaciones de la actividad solar de los últimos siglos se pueden reproducir con este método. Así se confirmaría la teoría y también permitiría dar un paso más: adivinar la actividad solar para las próximas décadas y siglos.

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