El mapa de la olería tradicional en Galicia guarda un lugar destacado para la localidad de Loñoá en Pereiro de Aguiar. En este pueblo, conocido como Loñoá das Olas por el tradicional oficio, se celebra hoy la segunda fiesta etnográfica para rememorar los antiguos oficios del municipio en la primera mitad del siglo XX.

En Ourense ya no quedan oleiras pero la organización no quiere perder la ocasión de homenajear la figura de unas mujeres que, a lo largo de la historia, han marcado el mundo del barro. "Es un oficio muy complicado. Tradicionalmente a las mujeres no se las dejaba trabajar el torno, ellas sólo podían ir a coger el barro al barreño, amasar o acarretar los cestos", así lo cuenta Marila Gómez, oleira de Buño que hoy se acerca a Pereiro para hacer una demostración de su trabajo en el torno. A su lado, una treintena de artesanos mostrarán sus oficios .

Marila tiene 53 años y lleva tres décadas y media trabajando el barro con su torno. Tuvo que "luchar mucho" y, por el camino, se ganó alguna que otra bronca de sus padres. "Llevaba dos años estudiando en la universidad arquitectura y técnica, cuando un día vi la luz y dije en mi casa que yo a lo que quería dedicarme era a la olería", cuenta ella, la segunda mujer oleira que hubo en Buño.

"Me parece imprescindible poner en valor el papel de la mujer oleira, porque detrás de un oleiro siempre había una mujer en la sombra haciendo el trabajo más duro", comenta esta artesana gallega.

No obstante, tiene claro que el suyo es un oficio "muy duro" y, por si acaso, mantiene a su sobrina apartada del torno, "no vaya a ser que le entre el gusanillo".