En una provincia envejecida como la de Ourense, donde el 31% de la población supera los 65 años, la prevalencia del delirium o síndrome confusional agudo que afecta a las personas de edad avanzada es aun mayor. Por este motivo, los profesionales de los servicios de Medicina Interna y Psiquiatría del CHUO han impulsado la creación de un grupo de trabajo dedicado a planificar estrategias terapéuticas que permitan prevenir la aparición de este trastorno en los pacientes hospitalizados, minimizar su impacto y evitar que se cronifique.

La iniciativa, presentada ayer coincidiendo con la celebración del Día mundial del delirium, incluye el desarrollo de distintos proyectos de investigación en los que será clave el Laboratorio de Entorno Real (Living Lab) y las infraestructuras de hospitalización experimental del nuevo edificio, tanto las instalaciones dedicadas a la innovación en la séptima planta como la cubierta, en la que se ubican el parque biosaludable y los huertos terapéuticos.

Así lo explicaron ayer el gerente del Sergas en Ourense, Julio García Comesaña y los miembros del grupo de trabajo Juan José González Soler, adjunto del servicio de Medicina Interna, e Ignacio Gómez Reino, de Psquiatría, que explicaron cuales son los síntomas del delirium, el desconocimiento general que existe sobre esta patología que muchas veces deriva en diagnósticos erróneos y los riesgos que presenta en un amplio espectro de la población ya que se estima que puede afectar a entre el 20 y el 40% de los mayores de 65 años ingresados.

El síndrome aparece en las primeras horas de hospitalización y especialmente en pacientes ingresados con fracturas óseas o infecciones, pero también por cuestiones "banales", precisan los profesionales. Guarda mucha relación con el cambio de rutina y la inmovilización repentina de una persona que hasta ese momento había sido autónoma, de modo que una forma de prevenirlo es facilitar la presencia de fotografías, ropa de casa, calendarios o relojes que ayuden al paciente a situarse. "Todos hemos visto como personas que llegan al hospital sin ningún déficit funcional o cognitivo, a las pocas horas del ingreso se desorientan, sufren episodios de agitación y por momentos somnolencia o apatía". Estas alteraciones, que son "muy frecuentes" y angustian a la familia, "generan morbimortalidad" y aumentan el riesgo de fallecimiento en estos pacientes, mortalidad que se mantiene más elevada durante el primer año tras haber sufrido esta patología respecto a los pacientes que no la han padecido, explica Soler.

La prevalencia del delirium, apunta el equipo médico del CHUO, es mucho mayor en la población anciana y su detección precoz es muy importante para evitar que se cronifique ya que "provoca un gran deterioro funcional y neurológico", explica Soler.

El objetivo es combatir de forma específica este trastorno y minimizar su impacto. Para ello, explica el facultativo adjunto de Medicina Interna, Juan José Soler, "desde el CHUO intentamos modificar las formas de actuación de los profesionales". Así, hacer un ingreso hospitalario de las personas mayores "más amable" que evite los riesgos de desarrollar el síndrome de delirium es uno de los objetivos en los que trabaja el grupo de internistas y psiquiatras al que se han ido incorporando otros estamentos como el servicio de enfermería, auxiliares de las plantas de hospitalización, y en general todo el personal sanitario del CHUO.

Ayer mismo se celebró en el hospital una sesión general sobre esta patología a la que asistieron profesionales de todos los servicios y en la que se expusieron las claves para reconocer de manera precoz el delirium. Según los datos que maneja el grupo de trabajo, el 25% de las interconsultas de enlace con psiquiatría desde el resto de servicios de hospitalización tiene que ver con este síndrome.

La identificación de este trastorno se realiza de forma clínica, sin necesidad de métodos diagnósticos, porque son pacientes que a las pocas horas de estar ingresados de repente desarrollan un deterioro cognitivo y un déficit de atención. "Aparece de forma brusca y es un cuadro fluctuante en el tiempo, alternando períodos de relativa lucidez con otros de total desorientación.

El trabajo iniciado por este grupo de internistas y psiquiatras se centra en diseñar una serie de estrategias terapéuticas, y no solo farmacológicas, que tienen que ver con alteraciones de la conducta y el control del entorno "para minimizar un síndrome que se puede prevenir siempre y cuando consigamos identificar cuáles son los factores que influyen en los pacientes más vulnerables, y que muchas veces identificamos de forma incorrecta". En este sentido, el psiquiatra Ignacio Gómez Reino destaca la importancia de "afinar" el diagnóstico ya que muchas veces el cuadro se puede interpretar erróneamente como una depresión, que implica tratamientos diferentes.