José Manuel García Casares denuncia la falta de atención recibida por la agrupación. // Iñaki Osorio

La Agrupación de Asociaciones de vecinos Miño aglutina veintidós asociaciones, la gran mayoría de ellas de la periferia ourensana o del rural, que llevan meses esperando por una solución a cada uno de los problemas que asolan los barrios.

El plan de obras, que lejos de invertir los trece millones acordados en su primera fase tan solo ha utilizado menos de un tercio, deja incompletas la mayoría de imperfecciones y baches que se denunciaron. En el caso de Miño, fueron más de 140 las obras solicitadas en conjunto de todas las asociaciones, dando por hecho que cada una de ellas eligiría las más necesarias para su beneficio sin englobar la totalidad de problemas que se encuentran.

Para la segunda fase, que añadirá el presupuesto sobrante de la anterior etapa a los ocho millones designados para esta, debe de enlobar los proyectos a medio redactar y aquellos a los que todavía no se les ha prestado la atención necesaria.

El presidente de la Agrupación Miño habla de "falta de gestión absoluta" por parte de las dirigencias que estaban encargadas de llevar el tema, además de asegurar que la relación de la agrupación con el ayuntamiento es "de un cuatro sobre diez y siendo muy benévolo".

Algunas cuestiones como el tema de la limpieza o el reglamento de participación ciudadana, donde ciertos artículos todavía no han sido plenamente desarrollados, son planteados para una visita a un contencioso administrativo, que solucione de una vez los problemas ignorados.