La madre del concejal de Ermua asesinado por ETA, Miguel Ángel Blanco, le concede poca credibilidad al anuncio de alto el fuego que realizó la banda terrorista. De todas formas, reconoce que le gustaría equivocarse. Y si se produce el "milagro", adelanta que sentiría mucha alegría, pero lo celebraría "llorando".

–Parece que tenemos una buena noticia.

–No me creo el anuncio de alto el fuego que realizó ETA, estoy convencida de que vuelve a ser otra tregua trampa. Lo único que intentan es que HB se pueda presentar a las próximas elecciones. Pero además, la banda terrorista se encuentra muy debilitada, por las detenciones que se han producido, y lo que le interesa es tomar oxígeno para reorganizarse.

–ETA le puso broche final a la tregua anterior y a las negociaciones, colocando varios muertos sobre la mesa.

–Yo todavía no he hablado con mi hija, María del Mar, pero estoy convencida de que habrá más muertes. Pero Dios quiera que me equivoque. Lo que más deseo es que termine esto, porque sé el dolor que pasan las familias de las personas que mata la banda terrorista.

–¿El Gobierno no debería embarcarse en otro proceso de negociación?

–Espero que el Gobierno no caiga en esa trampa, después de lo que ocurrió en el primer mandato de Rodríguez Zapatero. El Gobierno solo debe hablar con ETA, después de que entregue las armas y pida perdón a las familias de las víctimas. Muchas veces comentan que presos de ETA están arrepentidos, pero a mí no me ha llegado a casa todavía la petición de perdón.

–¿A usted tendría que pedirle perdón Txapote y compañía?, en lugar de dedicarse a reír durante la celebración del juicio.

–Tendrían que hacerlo, pero permanecen insensibles al dolor que causan en los demás.

–Dadas las nuevas circunstancias, ¿se muestra favorable a que puedan acercar a los presos de ETA al País Vasco por cuestiones humanitarias?

–Primero que entreguen las armas y pidan perdón a las víctimas, insisto. La familia de la compañera de Pxapote dice que somos nosotros los que tenemos que pedirle perdón a ellos por invadir su país. Y eso es un disparate, porque Miguel Ángel no mató a nadie y yo tampoco lo hice, aunque tenía motivos para matar. Pero yo no lo hago, porque no soy como ellos.

–¿Usted tiene la sensación de que la muerte de Miguel Ángel fue el principio del final de ETA?

–Sí, porque la gente salió por primera vez a la calle, masivamente, enfrentándose a ellos, al comprobar la crueldad que habían tenido con el ultimátum y la cuenta atrás a la que lo sometieron antes de ejecutarlo.

–¿ETA perdió la batalla en la calle, con la muerte de Miguel Ángel?

–Mucha gente perdió el miedo, por la indignación que provocó la ejecución de Miguel Ángel.

–Desde la muerte de Miguel Ángel hubo un pequeño goteo de muertes, pero ETA ya no consiguió levantar cabeza nunca más.

–A mi me gustaría que la muerte de Miguel Ángel fuese la última. Lamentablemente hubo otras, completamente innecesarias.

–No hay que engañarse, porque ETA todavía tiene capacidad para causar dolor.

–Claro que pueden matar, aunque perdieron el respaldo social.

–¿Usted piensa que vivirá tiempo suficiente como para poder ver la llegada de la paz al País Vasco y el final de ETA?

–Yo creo que no lo veré. Me gustaría que ocurriera, más que por mí, que ya estoy metida en el dolor, por las familias de las víctimas que se pueden producir en el futuro.

–De todas formas, si llega el final de ETA, ¿cómo lo celebraría?

–El final de ETA me causaría mucha alegría, pero lo celebraría llorando. Lloraría por la muerte de mi hijo, porque ya no está aquí. A Miguel Ángel nadie lo puede salvar. Desde hace trece años, no hay un día que no llore por mi hijo. Hablo todos los días con él.

–¿Cómo lo encajan sus nietas, Andrea y Leire?, que tienen 7 y 5 años.

–Ven a su tío en las fotos, y siempre preguntan por él. Preguntan cuándo vuelve a casa. Intentamos desdramatizarlo, para que no cojan odio. Y eso también nos ayuda a nosotros a seguir viviendo.