Opinión | Crónica Política

Un buen gesto

El delegado del Gobierno en Galicia acaba de ofrecerle a este Antiguo Reino un gesto –ojalá que tenga continuidad– útil y oportuno: respondió positivamente a la petición de la Xunta para el futuro traspaso de los medios necesarios para aplicar la Lei do Litoral. Conviene insistir en la oportunidad de la respuesta porque si se analiza con optimismo puede cambiar, y mucho, el nivel de relaciones entre Moncloa y San Caetano. Es solo una esperanza, pero tan significativa que vale la pena contemplar, sobre todo si implica un cambio de tendencia en lo que hasta ahora venía presidiendo las relaciones mutuas: la lejanía cuando no la hostilidad.

El hecho de que el Gobierno central, por boca de don Pedro Blanco anuncie diálogo sobre una cuestión básica para la defensa del litoral gallego, puede cambiar en efecto algún aspecto de los muchos que deben modificarse para conseguir una normalización de relaciones entre Galicia y el Estado. Hace unos pocos días, aquí mismo, se opinaba sobre la conveniencia de lograr una distensión entre las administraciones. Años de creciente separación y choques ni podían ni deberían prolongarse en el tiempo por más que no pocas de las quejas gallegas estaban más que justificadas. Pero los hechos han demostrado que la estrategia tiene que ser otra, sobre todo si se quiere obtener para el Noroeste un resultado positivo sobre las múltiples reclamaciones no resueltas todavía.

La cuestión del litoral lleva consigo no solo competencias relativas a la línea de costa sino también un papel más protagonista para la comunidad. En cierto modo, influirá también en cuestiones tan serias como la reacción a posibles acontecimientos ocurridos en embarcaciones próximas, algo de lo que Galicia posee abundantes ejemplos. Y eso conllevará, entre otros, recursos para combatir los efectos dañinos de naufragios o mareas negras, siempre posibles dada la configuración geográfica del mapa gallego. En la memoria colectiva permanece el “Prestige”, que en los primeros días de su accidente careció de respuesta bastante para resarcir los daños.

Pero hay más. El buen gesto del delegado abre opciones a distintos y variados consensos en asuntos en los que este país los necesita. Las fechas y el proyecto del Corredor Atlántico de Mercancías Ferroviarias cuya presentación se anuncia inminente en A Coruña. Y que conlleva, a día de hoy una aparente contradicción, que consiste en que años atrás ya se dio a conocer un plan para ponerlo en marcha, pero que, como es obvio, ni siquiera se ha puesto en funcionamiento. Sería interesante dejar claros los conceptos: si lo que se anuncia ahora tiene relación con lo de entonces y, sobre todo, el papel que desempeña el llamado “comisionado” del Gobierno central, de momento una incógnita.

Hablando del comisionado, no estaría de más que alguien –por ejemplo el señor Blanco– llamase su atención por la falta de cortesía institucional que revela su actitud hasta ahora. El olvido de invitar a la Xunta a las escasas reuniones que por ahora ha mantenido es impresentable, como lo es también la ausencia de representación portuguesa en esas citas. El responsable –si se le puede llamar así– ya debería haber sido cesado, pero no hay que desesperar. Sea como fuere su condición está ya más que superada por la realidad: apenas sirve para llevar a buen puerto la tarea que le encomendaron.