Opinión

Pontón, la UPG y la “nazón de Breogán”

El éxito de Pontón se le ha atragantado a una parte de la UPG que no lo vive como propio, ni tan siquiera como un éxito de “su nacionalismo”; y es que, para algunos, el nacionalismo, el de verdad, expresa la ideología de este pueblo, aunque sólo se reconozcan unos pocos, y cuando empiezan a aproximarse muchos comienzan los problemas de pureza.

Pontón ha conseguido que la UPG le concediera el espacio suficiente para ganar, pero ahora, cuando todos y todas vemos con admiración el éxito de la nacionalista, algunos y algunas de la UPG empiezan a reclamar lo que es suyo, lo que han dejado por el camino, la esencia de su nacionalismo, que no viste de moda ni aspira a protagonismos individuales.

Mirar atrás, aunque los ciudadanos estén delante, masivamente, compartiendo esta nueva pluralidad del BNG, coral con la ciudadanía, pero no tanto con las élites del nacionalismo clásico.

Más ideología, menos liderazgo, más mirar hacia dentro y menos hacia los ciudadanos, eso es lo que en román paladino le ha reclamado una parte de la UPG a la líder del nacionalismo gallego. Le han dicho que no importa que vuelvan a ser dos, si son ellos dos, porque lo importante es la esencia ideológica de ellos y no la identidad de los gallegos de hoy, lo cual recoloca la lectura partidaria de la UPG en mediados del Siglo XX, que es un avance importante.

Hace uno días, todos pensábamos que la transformación del nacionalismo gallego, para convertirse en una opción con capacidad de gobernar, estaba yendo por buen camino, y que el espaldarazo que los ciudadanos le habían dado a Pontón en esta convocatoria debía servir para la adquisición de un nuevo impulso, y sin embargo nos hemos encontrado con un resultado inesperado dentro de la organización.

Lo cierto es que no es la primera vez que esto ocurre en los partidos gallegos. Cuando Touriño consiguió evitar la última mayoría de Fraga y se convirtió en presidente de la Xunta de Galicia, el primer Comité Nacional al que acudió se convirtió en una sarta de reproches hacia aquél que había conseguido el mayor éxito del PSdeG en su historia.

Los partidos están llenos de gentes que se creen los dueños de la organización, que entienden que tienen que ceder circunstancialmente el liderazgo a otros porque ellos no serían capaces de ganar votos, pero que no están dispuestos a cederles el control global de la organización, porque es suya.

Y esto ocurre en todos los partidos, como lo han descrito hace más de cien años Michels o Pareto, como lo ha descrito hace medio siglo Panebianco, en todas las organizaciones partidarias existe una élite que no está dispuesta a que otros ocupen su lugar, y para eso, lo más importante es mitigar el éxito de los otros.

Eso es lo que le pasa a Pontón, que en su partido, la UPG tiene que controlar su éxito, señalarle que ese no es el camino, limitarle su posible crecimiento, porque prefieren gobernar ellos su organización que permitir que su organización gobierne Galicia, y eso, permítanme decirlo, forma parte también del machismo y del patriarcado que tanto critican, porque la inmensa mayoría de esos controladores son hombres.

Tantos gallegos y gallegas no pueden estar equivocados del camino, el BNG tiene que ir en el sentido de los ciudadanos, porque esa es la “nazón de Breogán”, no la UPG.

*Profesora de Ciencia Política y Administración de la Universidade de Santiago de Compostela