el correo americano

Una persona quiere saber

Xabier Fole

Xabier Fole

En un encuentro con los votantes en New Hampshire, un hombre le preguntó a Nikki Haley sobre las causas de la Guerra Civil estadounidense. La candidata republicana primero le devolvió la pregunta, como intentando saber por dónde iba su interlocutor antes de decir algo que pudiera molestarlo. “¿Tú cuál crees que fue la causa?” El votante dijo que él no aspiraba a la presidencia. Haley comenzó entonces a divagar sobre no se qué de la libertad, los derechos y los sistemas de gobierno. Nada de eso explicaba el origen del conflicto ni respondía a la pregunta. El votante finalmente expresó su sorpresa al comprobar que Haley no había mencionado algo esencial: la esclavitud.

Resulta que esta vez alguien quería escuchar los hechos, no un discurso pronunciado a la medida del oyente. Los políticos tienen tanto miedo de sus votantes que son incapaces de decirles la verdad, como a los niños. Haley pensaba, quizás, que hablando de la esclavitud podría ofender a cierta gente. Hasta el punto de que pretendió explicar cómo la mitad del país estaba dispuesta a separarse de la otra obviando el más importante de los motivos. Tampoco abordó otras causas adyacentes (económicas, identitarias, etc.); quiso salir del paso con unas pocas generalidades acerca del papel que ha de ejercer el gobierno (ideología) sin aportar ni un solo dato (historia). Pero la persona que preguntaba no estaba interesada en el típico bullshit del politiqueo sectario. De ahí la confusión, el momento incómodo, la sorpresa.

"Que la esclavitud se haya convertido en un asunto de guerra cultural dice mucho sobre la altura del debate político del país"

Que la esclavitud se haya convertido en un asunto de guerra cultural dice mucho sobre la altura del debate político del país, cuya polarización coloca a personas relativamente decentes en situaciones ridículas. Por alguna razón hablar de la esclavitud podría poner en peligro la popularidad de la candidata entre algunos sectores de la población a los cuales no les gusta que la verdad les amargue su relato. Nikki Haley no es una radical. Hace poco, debido a su actuación en los debates, emergió como la alternativa respetable a Donald Trump, haciendo que algunos célebres donantes depositaran su confianza en ella. En unas declaraciones posteriores, Haley aclaró que por supuesto la Guerra Civil estalló fundamentalmente por la esclavitud. Por lo tanto, si no lo dijo no fue porque no tuviera en cuenta ese episodio, sino porque le preocupaba que el reto de la pregunta consistiera precisamente en decir cualquier cosa sin mencionarlo.

Hubo un tiempo en que los políticos podían perder las elecciones por meter la pata en una entrevista. Cuando ser incapaz de argumentar con cierta elocuencia por qué uno se presenta a presidente costaba puntos en las encuestas. Desde hace un tiempo esto ya no es relevante. Ahora lo que se pretende es agradar a unos tipos que se niegan a ser tratados como adultos. Pero de vez en cuando aparece uno con una pregunta. Para ese había que hacer la campaña siempre. Para quien le interesa conocer lo que realmente piensa un candidato, no para quien espera que le validen sus ideas o que le justifiquen sus fanatismos. Para la persona que quiere saber, no para la persona que no quiere hablar de la esclavitud durante la guerra de secesión porque le empaña su cuento de hadas populista. Lo peor no es decepcionar, sino decepcionar a los únicos que no te piden que seas lo que, en realidad, no eres.