artículos de broma

Astérix en el país de los ultras

Carles FrancinoLuis M. AlonsoJuan José MillásJavier Cuervo

¡Están locos estos romanos! Astérix y su tropa llegaban a esa conclusión cuando eran incapaces de entender a sus imperiales ocupantes. Pero no sé qué pensarían los irreductibles galos si vieran hoy cómo otro imperio, el de los políticos que colonizan la esfera pública con discursos cada vez más ultras, invade el terreno de la ciencia. El último episodio lo han protagonizado –¡cómo no!– el dúo Ayuso-Almeida, acusando al ministerio de Sanidad de “demonizar” el tabaco por querer prohibir que se fume en las terrazas. La iniciativa retoma una recomendación del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, en un país donde fumar provoca la muerte de más de 60.000 personas cada año.

Pero da igual. Ningún dato arredra a los campeones –y campeonas– de la libertad, que ya liberaron zonas del centro de Madrid en las que se había restringido la circulación de vehículos. Otras capitales, como Valencia, han seguido el ejemplo, obviando algo que tal vez les parezca menor: las muertes por la polución que provoca el tráfico superan las 10.000 anuales. Suma y sigue. Claro que la madre de todos los ejemplos, la reciente cumbre sobre el cambio climático celebrada en Dubái, no es que haya lanzado tampoco un mensaje muy contundente. Donde estén los intereses económicos –y los prejuicios– que se quiten los estudios científicos. ¿Demagogia? No: evidencia.

En cualquier caso, tiene narices que el club universal de los negacionistas de todo haya conseguido ganar espacio a base de identificar ciencia con molestia, imposición... e izquierdismo, claro. Una cultura del desprecio a la ciencia que bebe –nunca mejor dicho– de aquel legendario “déjeme que yo me tome las copas que quiera...” de Aznar; y llega a la cultura con Vox en primera línea de combate. Su última victoria ha sido lograr la supresión del Festival Periferias, en Huesca, con 23 años de historia, al grito de que “riega culturetas progres con cientos de miles de euros”. No están locos estos romanos. Son un peligro. Y como no les hagamos frente, van a conseguir, igual que en los libros de Astérix, que el cielo caiga sobre nuestras cabezas.