¿Un gobierno progresista con los “Carapatrás?

José Manuel Otero Lastres

José Manuel Otero Lastres

En su discurso de investidura, el candidato Sánchez ha trazado una clara línea divisoria entre su programa, auto denominado, de “progreso y concordia” y la “regresión” que imputa al PP y Vox. Y ha insistido una y otra vez en que su política es de progreso frente a la retrógrada de la derecha.

Como en la política actual prevalecen los dichos sobre los hechos, conviene preguntarse si Sánchez ofrece de verdad progreso y concordia y el PP y Vox “regresión”; esto es, “Retrocesión o acción de volver hacia atrás” (Diccionario de la RAE).

Pues bien, como voy a tratar de demostrar seguidamente, son inciertas ambas afirmaciones: ni Sánchez ha pactado para proponer progreso y concordia, ni son el PP y Vox los que propugnan volver hacia atrás. Por el contrario, los que verdaderamente han pactado la regresión son algunos de los compañeros de viaje de Sánchez.

Veamos a título de ejemplo lo que pactó con el PNV para comprobar si es un pacto de progreso o de vuelta hacia atrás.

El primer punto de lo pactado por el PNV y Sánchez se titula “Ampliación del autogobierno en el futuro y reconocimiento nacional de Euskadi”.

¿Un gobierno progresista con los “Carapatrás?

Banderas de España en una protesta contra la amnistía en Madrid. / I

Y, entre otras cosas, ambas partes señalan que están de acuerdo “en que el autogobierno vasco debe entrar con urgencia en una nueva fase de desarrollo y ampliación”, que deberá culminar en “negociar y aprobar, tanto en Euskadi como con el Estado, el autogobierno futuro empleando las potencialidades de la Disposición Adicional Primera de la Constitución y de la Disposición Adicional del Estatuto de Gernika”. Ese futuro acuerdo resultante, que también comprenderá la salvaguarda de las competencias vascas, un sistema de garantías bilateral entre el Gobierno de Euskadi y el central o el respeto a los derechos forales de los territorios vascos, deberá ser sometido a consulta del pueblo vasco. Para vigilar el cumplimiento se creará “una comisión bilateral”. Esta será permanente y se reunirá cada seis meses.

Detrás de este pacto parece estar la antigua figura del “pase foral”, que es la “llave maestra de los fueros” para preservar el Derecho vigente en cada territorio foral, con posibilidad abierta de recurso contra cualquier disposición de carácter estatal contraria al Derecho de las provincias vascas.

"¿Estamos con el PNV y Junts ante una formación de progreso? Respóndanse ustedes mismos"

Sobre “el pase foral” se dice que es una figura propia del Derecho Público del País Vasco, que es manifestación inequívoca de sus Derechos Históricos y representa, en suma, una forma de corrección o resistencia frente a los ejecutivos de las Juntas Generales de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, así como por la Diputación del Reino de Navarra.

El origen histórico del “pase foral” se sitúa en las Cortes de Burgos de 1379, Briviesca 1387 y de la Pragmática de Enrique III de 1397 cuando se generaliza el no cumplimiento de las disposiciones de gobierno contrarias a Derecho (se dice obedecer pero no cumplir). Se trataba, en suma, de una suspensión de la aplicación de la normativa hasta que se produjera una resolución sobre el conflicto.

La abolición del “pase foral” comenzó a consumarse con la crisis del Antiguo Régimen y desapareció definitivamente con la Ley de Fueros de 1841.

Pues bien, a la vista de lo que antecede no creo que pueda discutirse que, lejos de ser de progreso, estamos ante un pacto sumamente arcaico.

Permítanme que para situar al programa pactado entre Sánchez y el PNV recuerde algunos pasajes de un cuento titulado “En el país de Carapatrás” que publiqué en el año 2003. Decía, entre otras cosas:

“Cuando paseaba por las calles de aquel pueblo marinero, John Lapinland observó que algunos de sus habitantes llevaban la cabeza girada hacia un lado. Todos hacia el lado derecho. Se sorprendió por esta singular característica de esas personas, pero creyó que era algo que hacían voluntariamente”.

Al entrar en un bar, vio que unos de cabeza ladeada estaban conversando con otros de cabeza normal, los cuales estaban situados frente a la cara de aquellos, por lo cual comprendió que el giro de la cabeza, lejos de ser voluntario, era una postura fija.

Intrigado, preguntó a un viejo de cabeza normal que estaba sentado solo en una mesa, por qué había individuos que tenían la cabeza girada hacia el lado derecho. El viejo, incómodo por la pregunta, tardó en contestar, haciéndolo con cierto temor a ser oído.

–“Se dice que esta gente comparte el ideario de un señor que dedicó su vida al estudio de la lengua y la historia de este país y al que poco a poco se le fue ladeando la cabeza de tanto mirar hacia el pasado. En sus escritos dejó dicho que tener la cabeza de lado es una característica genética de una raza superior, que ama las tradiciones y que prefiere mantenerse en el pasado antes que entrar en la peligrosa modernidad”.

¡Pero debe ser muy incómodo andar con la cabeza ladeada! –comentó John Lapinland.

–“A ellos no se lo parece. Aunque tropiezan con frecuencia porque no ven la mitad de lo que está al frente, no se dan cuenta de su defecto y creen que los imperfectos somos los que miramos hacia delante”.

Al salir del bar, John Lapinland se cruzó con un sujeto que tenía la cabeza hacia atrás y que andaba en el sentido hacia el que miraba. John volvió sobre sus pasos deseando que todavía estuviera su interlocutor para preguntarle por esta nueva variedad de individuos.

El viejo seguía allí y tras escuchar la nueva pregunta de John, le hizo el gesto de que le siguiera. Llegaron a un lugar solitario: …Tras asegurarse de que nadie podía oírles, el viejo habló:

–“Esos son los más radicales. Desprecian absolutamente el futuro y solo les interesa el pasado. Lo peor es que son muy violentos y quieren imponer sus ideas a los demás por la fuerza, incluso la más brutal. Son pocos, algunos van incluso encapuchados y quieren que el país sea solo para ellos y para los “caradelado”. A éstos los toleran porque tienen la esperanza de que cuando expulsen de nuestra tierra a los “carapalante” lograrán que todos sean “carapatrás”. Su aspiración es convertirnos en el País de Carapatrás”.

–¿Cree que lo conseguirán? –preguntó John.

“Es difícil predecir lo que pasará. Hasta hace poco, los “carapalante” toleramos pacientemente las actuaciones de los “carapatrás” y dejamos las cosas en manos de los “caradelado” con la esperanza de que lograran convencerlos de que abandonaran las acciones violentas. Pero, como los “caradelado” coincidían en el objetivo final de que nuestro país fuese solamente para ambos, fueron educando a nuestros hijos en su ideario y muchos de ellos, por la radicalidad propia de la juventud, acabaron por convertirse en “carapatrás”. Ahora, algunos “carapalante”, no muchos, pero sin duda los más valiosos, están empezando a hacer frente a los “carapatrás”, poniendo en riesgo su propia vida.

"Los que verdaderamente han pactado la regresión son algunos de los compañeros de viaje de Sánchez"

La solución está en nuestras manos. Todo dependerá de lo que decidamos: hacer frente de una vez por todas a los que desean convertir nuestra tierra en el País de Carapatrás, o permitir que sigan manejando nuestros asuntos los “caradelado” con el apoyo coactivo de los “carapatrás”.

–¿Cuánto tiempo llevan en esta situación? –interrogó Lapinland.

“Bueno, las cosas han ido empeorando progresivamente desde la aparición de los “carapatrás”, hace algo más de treinta años” –respondió resignado el viejo “carapalante”.

–¿Y no los detienen?

–“Claro que sí. Hay muchos que están en las cárceles, la mayor parte de ellos están condenados por sentencias firmes y hay algunos pendientes de juicio. Sin embargo, los que están fuera no dejan de actuar y cada vez con mayor violencia. Los “carapatrás” piensan que los “caparalante” se rendirán algún día ante tanta violencia y que conseguirán, cuando les convenga, una solución negociada, que obtendrán la libertad de los presos a cambio de dejar las armas. Dicen que esto es lo que ha pasado siempre en otros lugares. Esto es lo que les cuentan a los encarcelados para que no pierdan la esperanza”.

–¿Y usted que piensa?

–“En el fondo, me doy asco y siento un profundo desprecio por los que son como yo; desprecio que es mayor cuanto más jóvenes sean. Porque yo al menos tengo el consuelo de pensar que mi cobardía se debe a lo poco que me queda de vida. Pero ¡qué disculpa tienen los “carapalante” jóvenes a los que le queda toda la vida por delante! Si hubiera un aparato para medir los estados de ánimo, se podría comprobar que en este país hay más miedo que dignidad y más cobardía que atrevimiento”.

Llegados a este punto, la pregunta surge por sí sola: ¿puede alguien afirmar seriamente que con estos “caradelado “y “carapatrás” se puede defender un modelo político de progreso? Pues bien, ambos tipos de políticos han apoyado la investidura de Sánchez y sostendrán en el futuro a la agrupación de interesados Frankenstein.

¡Ah! Y de Junts ya no digo nada porque el propio candidato antes de cambiar de opinión por la necesidad de los siete votos lo comparó con Le Pen.

¿Estamos con el PNV y Junts ante una formación de progreso? Respóndanse ustedes mismos.