Camareros
En cualquier establecimiento hostelero un buen camarero puede aguantar casi por el negocio y uno malo, hundirlo. Ocurre igual con albañiles, abogados, mecánicos, presidentes de empresas del Ibex y hasta sacerdotes: un mal cura puede arruinar la mejor parroquia. Así que ser un buen profesional es lo que más cuenta en todo oficio. Volviendo al de camarero, es mucho menos sencillo de lo que parece y tampoco vale cualquiera. Cuando en una coyuntura se dice que solo se crean empleos de camarero, además de menospreciarse ese dignísimo oficio se olvida que sin camareros no hay industria de hostelería y turismo, desde hace más de medio siglo único valor seguro de la economía española. El problema es que en España no gusta servir a los demás, como si hacerlo fuera un demérito y no un privilegio. De hecho no les gusta ni a los llamados (cada día sabe uno menos por qué) servidores públicos.
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