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Pedro de Silva

Sorrentino se sale otra vez de lo normal

A veces la genialidad artística se muestra también de forma genial, pero otras lo hace disimulada bajo una forma vulgar o chabacana, hasta que suena una clave, lo vulgar se transfigura y el genio reluce. Pasa en la literatura, las artes plásticas y, desde luego, el cine, su mezcla. Es la segunda vez que lo advierto en un filme de Paolo Sorrentino, en este caso “Fue la mano de Dios” (Netflix). Así bautizó Maradona a la que lo ayudó a llevar el balón a la red en el partido contra Inglaterra del Mundial de México de 1986. Dicho con cuidado, para no hacer ‘spoiler’: ya es genial asociar ese momento a un episodio crucial en la vida de una persona, pero si se trata de una autobiografía el genio mismo se hace carne. Esos merodeos de Sorrentino en torno al más allá del mundo aparente, hechos con la simplicidad que se suele atribuir a los milagros, nos sacan de la normalidad y nos llevan a otro plano.

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