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El declive de la clase media y la falta de relevo generacional

El relevo generacional en el empleo es esencial para evitar el debilitamiento de la clase media.

El relevo generacional en el empleo es esencial para evitar el debilitamiento de la clase media. / GVA EDUCACIÓ

La clase media es indispensable para que un país, cualquier país, pueda disfrutar de estabilidad y progreso. Es por ello que resulta especialmente preocupante el reciente estudio del Observatorio Social de la Fundación La Caixa que advierte del progresivo debilitamiento de la clase media en España, un deterioro que, si continúa produciéndose, puede acarrear serias y muy negativas consecuencias. En los últimos 30 años, el grupo de población con rentas medias ha ido perdiendo peso sobre el conjunto. Igualmente, la clase media española es proporcionalmente menor a la de los países europeos de mayores ingresos.

Una de las causas del adelgazamiento de la clase media hay que buscarla en el insuficiente relevo generacional. Los jóvenes que en los últimos 20 años han pasado a formar parte del mercado de trabajo han tenido menos oportunidades que en el pasado de encontrar empleo estable y con un salario suficiente. A los jóvenes españoles les resulta muy difícil encontrar trabajos que les permitan mirar al futuro con confianza y convertir en realidad sus proyectos vitales. Abonados a la temporalidad y los contratos precarios fueron otra vez los primeros expulsados del mercado laboral.

Galicia no es la única comunidad española en esta coyuntura, que afecta a todo el país de manera estructural, pero su radiografía muestra el problema con toda su crudeza: la comunidad precisa 100.000 jóvenes para cubrir las jubilaciones hasta 2032, pero el mercado laboral autonómico tiene ahora mismo un menor de 30 años trabajando por cada dos mayores de 55. Los trabajadores por debajo de la treintena, unos 115.000 según los datos del Instituto Galego de Estatística a noviembre de 2021, representan únicamente el 11% del empleo en la región. En 2020, en plena crisis por la pandemia, rondaban el 10,7%. Su retirada viene de lejos, fruto de una mezcla de falta de oportunidades –y salida hacia otras comunidades y países– y el retroceso de juventud por la merma constante de nacimientos. En las dos últimas décadas, sus afiliaciones a la Seguridad Social se desplomaron a la mitad. Entonces había 222.000 trabajadores de menos de 30 años en Galicia, cerca del 24% del total de altas. Ahora esa cuota está cerca para los mayores de 55, 221.000 afiliados el pasado ejercicio, grupo de población que enfilará el retiro en los próximos 10 años siendo el doble de los menores de 30 ocupados. Y sin relevo generacional en el mercado.

La clase media ha ido perdiendo peso y las desigualdades económicas se han acentuado. Pese a no ser el país de la UE en que más disminuye la clase media, en España es donde más crece la divergencia. El mercado de trabajo español arrastra, asimismo, un grave problema de dualidad: una parte de los trabajadores cuentan con empleos fijos y bien remunerados, mientras que el resto debe conformarse con empleos temporales y mal pagados. Las cifras aportadas por el estudio reflejan esa desigualdad en la distribución de las rentas del trabajo. Así, el 20% de los empleados acapara más del 43% del total de las rentas del trabajo por cuenta ajena.

“No hay relevo generacional: a los jóvenes les resulta muy difícil encontrar trabajos que les permitan mirar al futuro con confianza y hacer realidad sus proyectos vitales”

La clase media es la que más contribuye a financiar los servicios vinculados al Estado de bienestar, como la sanidad, la educación, las pensiones y el resto de las políticas sociales. Estas mantienen la cohesión y evitan que la sociedad se polarice entre pobres y ricos, como hemos visto que ha sucedido en diversos países de Latinoamérica. Esa disparidad se traduce en una sociedad con unos servicios privados de calidad para los ricos y unos servicios públicos deficientes para pobres.

Por supuesto, esa fractura en la sociedad, con la falta de cohesión y corresponsabilidad que lleva asociada, acarrea consecuencias nefastas, entre ellas la erosión de la democracia y la inestabilidad política, alimentada por posiciones extremas y por la falta de una visión y unos propósitos compartidos.

Uno de los problemas de fondo de la economía española es que cuando se produce una crisis, como, por ejemplo, la terrible crisis financiera de 2008, rápidamente ocasiona un incremento de la desigualdad, una desigualdad que luego, en tiempos de bonanza económica, le cuesta mucho enmendar.

Los problemas crónicos de la economía española no son fáciles de resolver, toda vez que tienen causas estructurales. Urge revertir la situación. Pero aquí seguimos instalados sin dar de pleno con las respuestas atinadas, sin la estabilidad económica necesaria para generar alternativas. Lo apremiante ha de ser proteger y promover la clase media, porque estamos hablando de un segmento fundamental para la estabilidad social y política. Al contrario, proseguimos exprimiéndola y ninguneándola en vez de salir a su rescate.