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Ceferino de Blas.

El acto más emocionante

El acto más emocionante del año en Vigo es la proclamación de los vigueses distinguidos y la concesión de las medallas de Oro, que en esta edición ha revestido un carácter especial por celebrarse también el día de Galicia. Puede decirse que simboliza el entusiasmo de las ciudades cuando se echan a la calle para aclamar a alguno de los suyos, protagonista de una gran hazaña. Lo del pasado lunes ha sido a escala reducida.

En el estrado se había instalado una gran pancarta que remataba con esta frase: Vigo, la mejor ciudad para vivir.

Todo el mundo sabe que no es una exageración ni un chovinismo sino el resultado de una encuesta luego una apreciación científica-, que certifica que la ciudad está considerada como la de mayor calidad de vida de España.

Y aquí enlaza con lo que se vio en el escenario: un grupo de personas de condición plural, tanto sociológicamente como por lo que representaban. Campeones olímpicos, educadores, vendedores de los mercados, agentes de beneficencia, empresarios, profesionales.

"Por primera vez una suma de colectivos ha recibido la Medalla de Oro: los servicios esenciales"

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Hasta hace unos años, los vigueses distinguidos eran preferentemente personas individuales que por sus méritos se habían hecho acreedores al reconocimiento que los inviste con el título que la ciudad otorga a los más destacados. También los había este año.

Pero desde hace más de una década predominan los colectivos, y por eso el pasado lunes se vio en el escenario del auditorio Mar de Vigo a representantes de los mercados de la ciudad, de tanta tradición y que surten a los vecinos de sus barrios, de colegios de enseñanza que han cumplido medio siglo y formaron a varias generaciones de vigueses, de asociaciones y centros benéficos que se ocupan de que a los más necesitados no les falte qué comer y dónde dormir. Y la Escuela de Artes y Oficios, con siglo y cuarto de historia, de la que salieron grandes artistas y miles de oficiales, que por fin es distinguida con este reconocimiento tan merecido.

Por primera vez una suma de colectivos ha recibido la Medalla de Oro: los servicios esenciales, que abarca a grupos tan variados como los supermercados, las panaderías, las farmacias, la prensa, el transporte y la limpieza, que desempeñaron una labor vital durante los días más angustiosos y complicados de la pandemia para que no nos faltase nada y estuviésemos atendidos, venciendo sus propios miedos y poniendo en riesgo su salud.

También ha sido especial la Medalla de Oro de Susana Rodríguez Gacio, la viguesa más joven que ha conseguido el galardón que tradicionalmente se concede a personas de dilatadas trayectorias, lo que significa que es una figura excepcional que ha logrado la excelencia. Tanto que la revista “Time” la encaramó al estrellato al sacarla en la portada.

Por eso resultó emocionante el acto, por la representación plural de la ciudad, que hubiera deseado acudir multitudinariamente para aplaudir a sus distinguidos, integrantes de los más variados oficios, de los menos valorados a los más prestigiosos. Porque todos son necesarios y merecen ser reconocidos.

Por eso es la mejor ciudad para vivir, porque además de su paisaje increíble, de la comodidad de residir indistintamente en el centro o en los barrios, están sus gentes. Gentes con las que la convivencia resulta grata, como demuestra el que sea tan acogedora, integradora, capaz de convertir en vigueses a todos los que llegan para quedarse.

Aquí nadie se proclama vigués de toda la vida, como ocurre en otras ciudades, aunque lo sea de varias generaciones, porque todo el que vive en la ciudad, haya nacido o llegado de cualquier otro paraje, es bienvenido, se siente profundamente vigués y aceptado como vigués. De ahí que haya aflorado la emoción en el acto de la entrega de distinciones y proclamación de Medallas de oro. Porque representaba todo lo que significa ser vigués.

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