Opinión | Crónica Política

Es la hora...

Es la hora...

Es la hora... / Javier Sánchez de Dios

Despachado por el área estatal un plan estratégico para abordar la construcción naval en España en sus diversas necesidades –que ha dado en llamarse PERTE– es llegada la hora de reclamar de la Xunta de Galicia que, como mínimo en ese marco, mueva ficha. El objetivo es que muestre sus intenciones en lo que a un sector capital para su estrategia de presente y de futuro se refiere, y que lo haga tanto en lo público como en la intención concreta de fomentar o ayudar al ámbito privado. En definitiva, que dé respuesta a lo que empresarios, trabajadores y las opiniones pública y publicada vienen reclamando –y este periódico es también una referencia en sentido de servicio a la sociedad gallega– para resolver, o encauzar, las inquietudes del país en lo que a una actividad como esta se refiere.

Y es que la industria gallega, que no atraviesa un buen momento, tiene serias dificultades para desarrollar sus capacidades actuales y las potenciales de futuro por diferentes circunstancias, entre ellas el retraso de los gobiernos para actuar. Ahora el central parece decidido a actuar pero eso, que supone un alivio, no será solución sin que el Ejecutivo autonómico ponga de su parte lo que le corresponde. Que no es poco ni banal: basta con recorrer la geografía de la construcción naval gallega para comprobar su capacidad dinamizadora de mucho de cuanto conforma la vida de un país: empleos en el área de servicios –desde el comercio hasta la hostelería–, en tecnología y desde luego también en la formación.

En este campo, la enseñanza –donde la ingeniería naval está en lugares de mérito y también la FP dual–, tiene especial importancia en un momento en el que se necesitan especialistas que ahora mismo faltan en un mercado en el que la construcción naval junto al ferrocarril, se constituyen en elementos claves para la comunicación. Buques y trenes están hoy en día sirviendo para facilitar las actividades de los astilleros, y en ese sentido el esfuerzo de la Administración española se orienta hacia los corredores ferroviarios para mercancías. En la península está avanzado el del Mediterráneo; la Xunta ha buscado para el del Atlántico alianzas con otras comunidades, por ahora sin resultado.

Galicia tampoco puede eludir una responsabilidad que le compete: pocas veces como ahora el concepto de “cogobernanza” es aplicable a otras crisis además de la sanitaria. Este antiguo Reino aún tiene heridas derivadas de la primera reconversión del naval allá por los años ochenta, y y no puede ni debe retrasar su acción para impedir que aquello vuelva a repetirse. Entonces la gran perjudicada fue Ferrol, con sus astilleros públicos y hoy lo son Vigo y los privados. Con una diferencia: de aquella la Xunta era una criatura dando sus primeros pasos y hoy ya una institución consolidada, dotada de recursos humanos, materiales y políticos.

Aún así, no podrá dar un paso hacia delante sin aportar su experiencia y conocimientos para resolver el atolladero de esta industria, que ha de competir además con quienes están en el mercado gozando de ayudas públicas que no siempre parecen del todo ortodoxas. Es por eso, y por la coincidencia con un momento como este en el que se manejan fondos europeos para cuya concesión se necesita voluntad, esfuerzo e imaginación, por lo que no se debe perder un instante en ponerlo todo en marcha. La Xunta no puede eludir su responsabilidad, tiene la obligación política y social de alinearse con los planes del Estado, porque es la hora.

¿O no…?

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