Opinión | Crónica Política

La “digitalización”

Así que, cuando buena parte de la opinión pública creía ya que “lo digital” era un término superado en su sentido peyorativo y en referencia a –verbigratia– modos de colocar en puestos de trabajo a amigos y/o parientes, la visión ha cambiado. Frustrando en cierto modo las expectativas de quienes creían en la posibilidad de bautizar para la Historia, una nueva Era que añadir a las existentes, denominada como “Tecnológica”. Con cierto sentido del humor no exento de crítica, algunos observadores podrían considerar que la decisión de la Xunta, al dar cuenta de su oferta de empleo, vuelve a la “digitalización” de los viejos tiempos.

Se argumenta, el retorno, tras la decisión, tal como informó este periódico, de designar “a dedo” a los responsables de grupos de trabajo –o cuerpos especiales de gestión– encargados, nada más y nada menos, que de la distribución de los fondos europeos que correspondan a Galicia. O sea, cubrir así determinados puestos en las Administraciones con personas a las que se les adjudicará un bonus con cargo, como el resto de sus retribuciones, a los fondos públicos. Procedimiento, y conviene dejarlo muy claro, que no debe plantear a priori desconfianzas, pero que requiere algún matiz, al menos desde un punto de vista particular.

En ese sentido, es probable que hubiera sido mejor habilitar controles que ahora se llaman de “transparencia” aunque a veces parecen más opacos que el carbón. Por eso es probable que la Xunta tenga que afrontar alguna que otra polémica a causa de críticas de su oposición, que darán lugar a momentos entretenidos para los que se interese por estos debates. En todo caso, y como ya han aconsejado especialistas, no estaría de más que al tratar acerca de la reconstrucción se tengan en cuenta aspectos concretos de la realidad gallega. Y que acaso exijan análisis distintos a los que se planteen otras comunidades y por supuesto otros Estados.

Se trata, en definitiva, de factores relacionados con los proyectos a presentar para la financiación ante la UE y que previamente se elegirán por el Gobierno central. En el caso gallego no pocos temen que, dados los precedentes, esos proyectos reciban trato diferente al de algunos otros de origen más “cercano” a Moncloa, por ejemplo. Y que, dada la estructura económica de este Reino, muy abundante en pymes y autónomos, compitan en inferioridad de recursos, a la hora de elaborar los trabajos, con respecto a grandes empresas españolas y por descontado, europeas. Con otro problema: que aún no se conocen los criterios de reparto del dinero.

Es verdad que cuando se disipen las dudas cada cual verá su botella medio llena o medio vacía y que se discrepará con la forma aplicada y con el fruto de la distribución. Es de suponer que la Comisión que en el Parlamento autonómico estudió el desafío de esa reconstrucción habrá tenido en cuenta la realidad. Claro que, aún así y por si acaso, cumple esperar que en la reunión que pasado mañana mantendrá el presidente Feijóo con los líderes de los grupos de la oposición se sienten las bases para una postura común que al menos reduzca las desventajas con que partirá Galicia. Una sociedad que no se puede permitir que sus representantes titubeen cuando se trata de defender principios tan importantes y claves como el de la justicia distributiva en materia de los Fondos UE. Y como antes se decía en los juramentos –antes de que se convirtiesen en folklore–, si quienes deben hacer no hacen, que el presente y el futuro se lo tenga en cuenta.

¿Eh?