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Antonio Touriño

Mirador de lobeira

Antonio Touriño

Chalés con vistas (robadas)

Mejorar las vistas. Ese es el pretexto de algunos desconsiderados para talar árboles que estorban la panorámica de su vivienda y dibujar su encuadre de ensueño, seguro que desde la cama con dosel que han situado ante el impresionante ventanal que da a la terraza. No hay más, porque los pinos dan sombra pero no quitan luminosidad.

Habrá quien les aplauda pero el acto es simplemente vandalismo y como tal debe ser perseguido por las autoridades competentes, gubernativas o judiciales. Aunque solo sea para escarnio público.

¡Qué malos vecinos! Eso no se hace. La naturaleza no se puede corromper de esta manera tan zafia. Bastantes atentados hay para que unos botarates tengan la ocurrencia de cortar por lo sano un arbolito que además de no hacer daño a nadie, genera oxígeno del que esta sociedad está tan necesitada.

Y además actúan a traición, cuando nadie les ve, con nocturnidad y alevosía, como bien dicen los códigos para establecer conductas perseguibles de oficio.

Puede que ellos consigan una imagen celestial, pues paradisíaco es todo el territorio gallego. Pero su acto es egoísta y por tanto repulsivo para la sociedad.

Bajo esos pinos, que eran de todos, han descansado en verano muchos bañistas y en invierno se han cobijado caminantes a los que también les gusta disfrutar del paisaje, sin alterarlo.

Esos ejemplares no molestaban y para muchos también eran la referencia clara de su particular vista al Atlántico, esa que marca los recuerdos. Pero claro, ellos miraban al pino con otra perspectiva, la de la conservación de un paisaje que tanto cuesta construir a la madre Naturaleza.

Y aquellos otros no estaban allí para impedir el sacrificio arbóreo, ni siquiera se habían dado cuenta de que alguien había realizado unas muescas que iban a ser la sentencia de muerte, hasta que vieron el tronco horizontal como si lo hubiera derribado el viento. Acto falaz.

¡Qué canallada! No llega con los pirómanos del verano para que se sumen otros desaprensivos al desastre paisajístico de esta envidiable tierra gallega.

No es una gamberrada al uso sino un mal ejemplo para otros que seguro que también les entra la tentación de coger la motosierra en el bajo de su chalé con vistas (robadas).

Por eso se necesita una sanción ejemplar porque es fácil de descubrir al malhechor. Se lograría así dar una lección de ciudadanía a todos los que se les pueda ocurrir que pueden cortar todo lo que tengan delante y les estorbe.

Así no se hacen las cosas. Hay procedimientos para fortalecer los privilegios que ya uno disfruta porque ha tenido una buena cuna.

Cuán fácil resultaría solicitar a la administración un permiso para podar las ramas más molestas o incluso para eliminar arbustos y maleza que crece a monte porque nadie se molesta en dedicar un fin de semana de descanso a estos menesteres.

Pero como no ha sido así, ahora es el momento de que les impongan una buena multa y obligarles a realizar trabajos en beneficio de la comunidad.

¡Qué bien suena! Trabajos en beneficio de la comunidad y de respeto a la naturaleza que los ampara. Y un buen servicio sería limpiar un par de hectáreas de ese monte que les resulta tan molesto a sus ojos.

Unas tareas de prevención que, ahora en la primavera, vendrían como agua de mayo para un bosque abandonado y que es víctima propiciatoria de los que se dedican a quemar los montes, a atacarlos sin piedad y, por qué no decirlo, poner en riesgo a todos los vecinos.

Toca actuar para que este hecho no quede impune “nunca máis”.

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