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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La alerta

Abandonada ya por buena parte de la sociedad gallega -y seguramente la española- la esperanza de que antes del domingo algunos de los aspirantes a gobernar este país profundice en el modo en que lo hará, no queda otro remedio que improvisar otras fórmulas. Una de ellas es la de concretar diferentes cuestiones cuyas respuestas sirvan también para iluminar las citas electorales que se avecinan: con escasa expectativa también de lograr objetivos, porque el quid está en la poca receptividad del oficio político para especificar soluciones, pero por si acaso.

(Se ha dicho ya en alguna ocasión que esa aparente fobia que tienen los candidatos a explicar cómo piensan hacer para aplicar los remedios frente a los problemas se basa en que no hay método eficaz que no implique sacrificios colectivos. Cierto que para unos serán mayores que para otros, pero tal como está constituida hoy la sociedad, en la que las clases medias han de repartirse los mayores esfuerzos, asignarlos en concreto significa probable pérdida de votos. Y aun en el supuesto de que algún aspirante decidiese aceptar el reto, su partido no lo permitiría).

Es por eso por lo que quizá resulten útiles las sugerencias que se formulen desde los segmentos no implicados directamente en la lucha por ganar elecciones. Y como primer ejemplo viene a cuento el escaso eco que parece haber tenido la advertencia de la Confederación de Empresarios de Galicia sobre las repercusiones que aquí puede tener, en negativo, el posible cambio de criterio que adopte el próximo Gobierno acerca del uso del litoral. Que no sería, dice la CEG, solo en lo que concierne a ENCE, la factoría que Celulosas tiene en Lourizán/Pontevedra.

Y es que la patronal gallega, en nota oficial, ha alertado de que son muchas las industrias de diferentes tipos ubicadas a día de hoy en esos suelos. Aparte de que la suma de sus empleos constituye una cifra cuya reducción, o pérdida, significaría una catástrofe, sobre todo si se añaden a eso los daños directos y colaterales sobre la economía de sus comarcas. Y con la evidencia, por más que la eluda el portavoz del Pesoe en la ciudad capital, de que eso del traslado de la factoría a otro punto de la comarca es un cuento, y no precisamente chino. Pero le conviene que no se hable de ello.

Conste que la alerta empresarial -es una lástima que ahora mismo la CEG atraviese una crisis que deja su credibilidad estructural bajo mínimos, aunque no anule la de sus análisis sectoriales- se extiende "a miles de viviendas gallegas" situadas en zonas de posible afección", a pesar de las regulaciones del anterior gobierno del señor Rajoy Brey. Y este dato, añadido a los referidos a industrias, astilleros, etcétera -que también cita- deberían obligar a cualquier político serio que piense en algo más que sumar méritos ante sus jefes a una reflexión. Ocurre que en estos tiempos, que se prolongarán hasta finales de mayo y seguramente hasta bastante después por aquello de los pactos y coyundas, pedir sentidiño es como buscar peras en el olmo.

¿No...?

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