¿Cómo es posible que entidades públicas, asociaciones de empresarios y empresas portuguesas pretendan quitarnos empresas suministradoras auxiliares del automóvil en nuestras propias narices? Sinceramente creo que antes de ver esto como un escándalo, debemos analizar qué está pasando.

Desde hace veinte años se viene aplicando una política de cooperación económica y social transfronteriza en la Unión Europea. Galicia se ha beneficiado de ayudas públicas dirigidas a fomentar proyectos de cooperación entre entidades y empresas gallegas y portuguesas que han abarcado muchos sectores económicos, entre ellos el sector del automóvil y como consecuencia es normal que hoy las empresas portuguesas del sector del automóvil también hayan crecido, o han visto la posibilidad de crecer e intentan atraer a su territorio las nuevas inversiones.

La clave está ahí, no se trata de que atraigan a su territorio particular portugués, sino a un territorio común galaico-portugués que se ha intentado crear en estos años de cooperación transfronteriza. En definitiva vamos progresivamente organizando un espacio europeo común que en nuestro caso es Galicia-Norte de Portugal y una vez más las fronteras erosionan el ideal europeo y si criticamos que los nacionales de uno u otro lado intentan atraer a sus ámbito nuevos proyectos de inversión, es mejor que apaguemos Europa y nos vayamos a otra parte con nuestro ideal localista.

La cuestión es qué hacer y evidentemente no queda otro remedio que la coordinación entre Administraciones públicas, la especialización industrial, la optimización de costes, la planificación, prácticas antidumping, en definitiva la organización del espacio común, donde ya se ha gastado muchos recursos en ello, véase el Eixo Atlántico do Noroeste Peninsular, la AECT -Agrupación Europa de Cooperación Transfronteriza-, etc. ,y reorientar la estrategia, creando un potente polo industrial europeo de construcción automovilística, conformada por el espacio de Galicia-Norte de Portugal, que contiene a más de seis millones de habitantes.

El liderazgo empresarial y político está a prueba en este tema y estimo que debemos subirnos a un globo y contemplar el problema con otra perspectiva. El mundo que viene seguirá teniendo muchos coches, pero nos va a tocar ver un cambio radical, pasando, si nos deja Trump, de los vehículos a motor que consumen combustibles fósiles a vehículos eléctricos. A ojo, ¿cuántos coches habrá que fabricar? Hay para todos.

*Economista