Una tradición secular marca el solsticio de verano en A Peneda. Una luminosa procesión asciende esta montaña con la noche de San Juan. Son los fachos, una fiesta de origen pagano que celebra el cambio de estación y el fin de lo viejo y lo malo, que arde en la hoguera.
Esta mágica montaña, desde la que se otea ampliamente toda la ría de Vigo, ha dejado atrás luchas de poder que marcaron su destino para convertirse en un lugar donde reina la calma.
Una ermita solitaria, en honor a la Virgen de las Nieves, domina el paisaje, con permiso de la “sobreira” centenaria que acaba de ser declarada Árbore Senlleira.
Luchas de poder y una venganza
Desde sus 329 metros de altura, A Peneda se erige como un mirador privilegiado sobre el castillo de Soutomaior, a apenas unos kilómetros. Por ello fue el lugar escogido por el arzobispo de Santiago Alonso II de Fonseca para vigilar a Pedro Madruga. Ambos eran enemigos acérrimos.
El señor de Soutomaior gestionaba los territorios bajo el obispado de Tui, por lo que su dominio era total. Además, recibía una importante suma de las rentas de Vigo, Pontevedra y Redondela, villas bajo la jurisdicción compostelana.
A esta rivalidad hay que sumar la política, ya que Pedro Madruga apoyó a Juana la Beltraneja en la Guerra de Sucesión. Alonso II de Fonseca se posicionó con Isabel de Castilla y de la futura monarquía de los Reyes Católicos.
Así, en plena lucha de poder, en 1477, el arzobispo de Santiago mandó levantar un castillo con una torre de tres plantas en la cumbre de A Peneda para acechar a Pedro Madruga. Poco duró esa fortaleza: el señor de Soutomaior la conquistó y arrasó dos años después.
Una inquietante gruta
La sobria ermita que corona la montaña está rodeada por una gruesa muralla. Fuera del recinto fortificado se encuentra el mirador sobre la ría de Vigo, con la centenaria “sobreira”, un palco y un área de recreo.
Bajo este idílico paisaje, una inquietante gruta. Una galería de unos 12 metros cuya boca da a un reducido aparcamiento. Hay varias explicaciones para su existencia: desde una mina de agua que abastecía a los habitantes de un antiguo castro, hasta un pasadizo que salía del Castillo de Castrizán.
Desgraciadamente, esta hermosa vigía de la ría no es inmune a los males que acechan al monte: por un lado los episodios de abandono y por el otro los incendios forestales. A Peneda vivió dos grandes incendios en los últimos 12 años, uno en 2009 y otro en 2016, que prácticamente arrasaron con toda su vegetación.
Un centenario alcornoque
Simplemente espectacular. Quince metros de altura, dos de diámetro en su tronco y unos 400 años de antigüedad. Su silueta se divisa desde cualquier punto de la ría, imponente, en la cumbre de A Peneda.
Es un soberbio alcornoque (“sobreira” en gallego) que este 2021 entró en el Catálogo de Árbores Senlleiras de Galicia. La comunidad de monte de O Viso llevaba años reclamando su protección, al tratarse de uno de los emblemas naturales más imponentes de Redondela.