Las historias que esconde el majestuoso castillo de Soutomaior hasta su adquisición y restauración en 2018 por la Deputación Provincial, que ha musealizado la fortaleza que domina el río Verdugo, centraron anoche la conferencia coloquio del Club FARO, vía streaming, del historiador especializado en Arqueología Diego Piay (Pontevedra, 1979), profesor de Historia Antigua en la Universidad de Oviedo y que colabora con la institución provincial en el proyecto histórico. La presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva, fue la encargada de presentarle ante los participantes que se sumaron a la conferencia desde numerosos puntos de España: “La monumentalidad del castillo de Soutomaior no solo es importante en la historia de Galicia, sino de España y también a nivel internacional”, manifestó Silva, que animó a todos a disfrutar con el relato.

Lugar de origen y centro de poder de uno de los linajes más significativos de Galicia, el libro “El castillo de Soutomaior (Un lugar lleno de historias)” recupera la tradición oral y además de recoger los momentos históricos de cada época, refleja las vivencias de las personas que residieron en el castillo y suma folclore y anécdotas guardadas por los vecinos además de ingente documentación, fotografías y planos. El objetivo del libro, indica Piay, “es reconstruir el universo del castillo de Soutomaior”, que estuvo casi siempre habitado por familias lo que facilitó su conservación, y poner en valor la reforma que el organismo provincial realizó tras la compra a la familia Hostos

“Pedro Madruga es sin duda el personaje más conocido de quienes ocuparon la fortaleza y realizó una importante reconstrucción de la misma tras los daños causados por la revuelta Irmandiña”, explicó el historiador. Ya en el siglo XVIII pasó a manos de Benito Fernando Correa y en el XIX su propietario pasó a ser el marqués de la Vega de Armijo, momento en que tuvo lugar un cambio clave en la arquitectura: la “Galería de Damas”. La familia convirtió el castillo en su residencia de verano: “Político de influencia y embajador en cortes extranjeras, reformó el castillo, lo adaptó a la vida aristócrata y lo convirtió en centro de poder y de cultura”, expone Piay que apostilla que aquello permitió la conservación de la fortaleza.

El historiador Diego Piay y la presidenta de la Diputación Carmela Silva, durante la conferencia-proyección sobre el castillo. | // R. GROBAS

Muerto el marqués, la propiedad pasó a manos de su sobrina María Vinyals, que en 1910 se traslada con su marido, el doctor cubano Enrique Lluria, que montó un moderno complejo hospitalario en el castillo. “Vinyals marca un hito en el castillo: socialista, feminista, escritora y habitual en las tertulias, no abandona la vida intelectual. Pero problemas económicos les impiden seguir con el castillo. De esto sabe mucho y nos ha contado muchas cosas la familia del vilagarciano Wenceslao Fernández Guerra que les ayudó”, incide Diego Piay.

Asolados por las deudas y problemas políticos y hasta sabotajes, abandonaron el castillo en 1917. Salió a subasta pública y tras varios propietarios que lo tuvieron durante poco tiempo, Alberto do Pazo se hace con él en 1935. Época en la que Castelo dio allí un mitin. Entonces el hijo de María tuvo conflictos con Dopazo, quien realizó las obras de saneamiento, por la venta de ciertos elementos del castillo.

“Alberto Dopazo pierde el castillo en circunstancias extrañas. La familia Hostos lo compra y le devolvió su lustre”, relata el profesor Piay. La tradición oral relata que cuando llegaron los Hostos, el castillo estaba abandonado: “Los libros se tiraban al pozo, la techumbre estaba caída, entraba agua, y hasta el cura llevaba sus cerdos a comer al patio de Armas”. Tras 47 años en manos de la familia, vendieron la propiedad a la Diputación de Pontevedra.

Las historias del castillo, abierto ahora al público, no dejan de surgir, cada día llegan nos llegan cosas nuevas”, concluye Piay.

Los cuadros desaparecidos, de Sorolla

Entre los años 1910 y 1917 el Castillo de Soutomaior exhibió tres cuadros del ‘pintor de la luz’ valenciano, Joaquín Sorolla. Las visitas del artista a la antigua fortaleza revelan la gran amistad que unía a los en aquel entonces propietarios del castillo –María Vinyals, marquesa de Ayerbe, y Enrique Lluria- con el afamado pintor y su mujer Clotilde. Y prueba de esa amistad son los retratos que hizo de Enrique y de María hacia 1910 y que hoy en día están en paradero desconocido, si bien sus fotografías aparecen en revistas de la época. También se localizó en una pared un fresco que posiblemente pintó Sorolla, que también ha desparecido. “Tiene una importancia especial, pues es idéntico al de un pintor veneciano que se encuentra en una iglesia de Venecia, salvo un pequeño detalle en al parte inferior. Es copia de una escena de San Jorge y el Dragón y lleva la firma de Sorolla”, argumenta Diego Piay. En su opinión “merece la pena investigar, parece que pintó al menso seis cuadros durante su visita en el baluarte. Especial importancia tiene el hallazgo de un cuaderno de la hija de Enrique Lluria, en el que firman quienes pasan por el castillo. Allí está la firma de Sorolla y Castelao suscribe su presencia con un dibujo.

De Greta Garbo a Emilia Pardo Bazán

Si en tiempos del marqués de la Vega de Armijo en el castillo de Soutomaior pernoctaron el rey Alfonso XII y su esposa María Cristina, cuando le heredó su sobrina María Vinyals era habitual la visita de escritores de la época. María era muy amiga de Emilia Pardo Bazán, que la visitó en numerosas ocasiones ya ambas tenían gran preocupación por la formación de las mujeres. Pero el castillo era centro no solo de los intelectuales, sino también de actores. Así, Piay incide en que una revista de la época publicó una información en la que se pregunta: “Está Greta Garbo en el castillo de Soutomaior?” Tras apuntar que nunca se supo si efectivamente pernoctó allí la famosa actriz, tampoco se descarta que lo hiciera.