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Sotelo: “Cangas fue el centro de descarga de chapapote para los barcos de la ría”

El alcalde durante la catástrofe del petrolero recuerda que tuvieron que construir dos balsas en Massó para albergar tanto vertido | “En el Cabalo de Cíes, una pared de un metro de fuel impedía entrar el mar”

A la izquierda, una de las dos balsas para recoger chapapote en Massó. A la derecha, José Enrique Sotelo en la actualidad en la misma zona, ahora ajardinada. SANTOS ÁLVAREZ

Aquel 13 de noviembre de 2002, la comarca de O Morrazo vivía también los efectos del fuerte temporal que azotaba Galicia y que, ya en la tarde del día anterior, había anegado calles, viviendas y locales comerciales en la península. Moaña y Bueu intentaban vivir, pese a todo, su San Martiño. A las 15:15 horas, el petrolero “Prestige” lanzaba un SOS a 28 millas (50 kilómetros) de Finisterre, en lo que sería el inicio de la mayor catástrofe ecológica de España. Una hora después los 24 tripulantes del monocasco eran evacuados y solo quedan a bordo el capitán, el primer oficial y el jefe de máquinas. José Enrique Sotelo, actual portavoz del PP de Cangas, era entonces alcalde en el municipio y vivió en primera persona, seis después, y en el despacho del entonces presidente de la Xunta, cómo Manuel Fraga recibía la llamada que le confirmaba que el “Prestige” se había partido en dos, a 280 kilómetros de las Cíes. El petrolero había recorrido 243 millas (437 kilómetros) a lo largo de la costa gallega, hacia el sur, vertiendo una marea negra que empezaría a llegar a O Morrazo a partir del 3 de diciembre.

José Enrique Sotelo. SANTOS ÁLVAREZ

"Yo estaba con Manuel Fraga en su despacho cuando le llamaron para comunicar que el "Prestige" se había partido y hundido; no estaba de caza como publicaban"

José Enrique Sotelo - Alcalde de Cangas en la época del "Prestige"

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Ayer, cuando justo hoy se cumple el aniversario de la catástrofe del petrolero, Sotelo volvió a la zona de la antigua conservera de Massó, que fue uno de los espacios de Cangas para la descarga del chapapote que los marineros y voluntarios traían en los barcos de pesca para combatir la marea negra. En donde hoy es jardín, aquella zona se excavó con una pala para abrir dos balsas o piscinas plastificadas en las que se pudieran albergar los restos del fueloil que ya no cabían en los contenedores. Los camiones llegaban hasta allí para recoger el vertido contaminante y trasladarlo a la planta de Somozas, en A Coruña, como consta en el informe de daños del Prestige que realizó el Concello. También se cargaban con las carretillas que traían los contenedores con chapapote directamente de los barcos.

Marineros de Cangas recogiendo restos de fuel en las islas Cíes. G.N.

Los camiones estaban más bajos que la zona de carretillos y los vaciaban directamente en el remolque. Otros contenedores eran descargados directamente por una grúa que se instaló en Massó. En esta zona de descarga también trabajaba una retroexcavadora, de apoyo a la grúa principal; y una excavadora para reparar la pista de subida de los camiones y trasladaba serrín. José Enrique Sotelo reconoce que, en un principio, cuando naufragó el petrolero, el día 13, las noticias se veían lejos y, por consiguiente, el peligro, más centrado en la Costa da Morte. Pero a lo largo de los seis días siguientes, ya no había lugar a dudas de que el vertido, tarde o temprano, llegaría. Recuerda que en medios de comunicación criticaron que mientras el barco se hundía y vertía, Manuel Fraga cazaba, “pero yo estaba allí, en su despacho, tratando asuntos del polígono de A Portela, cuando le confirmaron que el petrolero se partió y se hundió”.

Voluntarios retirando chapapote en la playa canguesa de Barra en enero de 2003. PABLO MARTINEZ

Recuerda la gran marea humana que se formó, cómo todos ayudaron, marineros, voluntarios, empresas...y se emociona al pensar en dos personas que fueron “vilipendiadas” en esta catástrofe, una de ellas el conselleiro de Política Territorial entonces y gran amigo, Xosé Cuiña, “cuando gracias a él salimos adelante también en esto y digo también porque si otras cosas están en Cangas fueron gracias a su intervención. No sólo la consellería de Pesca ayudó, sino la de Cuiña”, por lo que considera que no fue justo cómo resultó vilipendiado: “Lo dije muchas veces y lo seguiré diciendo las veces que haga falta”. Reconoce que desde el Concello se habían comprometido a hacerse cargo de los gastos de los marineros, pero las cifras empezaron a asustar, quizás 500.000 euros, y fue Portos quien asumió todos los gastos. También tiene palabras de recuerdo para Miluco, vecino de Chapela, ya fallecido, que era el responsable de la empresa que realizaba las descargas en Frigoríficos do Morrazo, y que colaboró mucho, aparte de todas las empresas que se volcaron y que tiempo después cobraron: “Todos colaboraron, la implicación fue de todo el pueblo”.

Otro detalle de los voluntarios en Barra. PABLO MARTINEZ

Señala que Cangas llegó a convertirse en el centro de toda la ría para la descarga de los barcos que iban a retirar chapapote, sobre todo para los marineros “que se jugaban su pan”. Hasta la localidad llegaban barcos de Moaña Redondela, Vigo o Baiona que, en su mayor parte, al principio, quedaban atracados en el puerto de Cangas, por lo que hubo que surtirlos de material (ropa de repuesto, utensilios de recogida...). Sotelo recuerda fue en una lancha que le ofreció José Barreiro, uno de los dueños de Frigoríficos do Morrazo, hasta las Cíes para ver en primera persona la situación y lo que vio allí fue trágico: “En la zona rocosa de Cabalo el mar no se podía adentrar en la roca porque había un metro de pared de fuel que lo impedía”. El desastre había llegado a las Rías Baixas, aunque reconoce que las administraciones afrontaron los gastos de los daños. Considera que poca gente sabrá que la famosa escultura de la Caracola, uno de los puntos más visitados de la ría, incluso se atreve a decir, que de la provincia, se pudo hacer gracias a una subvención con cargo a los fondos de ayuda del “Prestige”. Con estas ayudas, dice que también se arreglaron caminos y se compraron limpia playas.

Cangas creó un gran operativo contra la marea negra, cuyos gastos cuantificó el Concello en casi 1,2 millones. Hubo que afrontar gastos de personal desde el Concello y también daños en el material municipal, como uniformes o walkitalkies; en material de limpieza, en la recuperación del acceso a la playa de Areacova, la de la propia base del grupo de Emergencias de Protección Civil y también había que invertir en una campaña de promoción del sector turístico.

Tareas de recogida del chapapote en la zona de Massó en Cangas. GONZALO NUNEZ

El Grupo Municipal de Emergencias de Protección Civil colaboró activamente en el despliegue de medios humanos y materiales durante la situación de emergencia producida en Cangas. Con las primeras luces del día, el grupo se dedicada a realizar el control y supervisión de la costa y arenales, colaboraba con los servicios de Medio Ambiente en la recogida de aves manchadas y coordinó, junto a la Policía Local, a los efectivos humanos en los arenales y cómo los voluntarios, muchos llegados desde fuera, debían de recoger el fuel. El desplazamiento de los voluntarios se hacía en autobuses y hasta Melide en el todoterreno del Grupo.

Fue una tarea que se prolongó hasta el 31 de diciembre y se prolongó durante enero y febrero con el control de la costa para advertir de la aparición de los restos de fuel.

Carmiña Pérez con un bote de recuerdo con restos del chapapote del "Prestige" SANTOS ALVAREZ

“Ver trabajar a toda la gente era terrible”

Carmiña Pérez es una de las vecinas de Cangas que guarda su recuerdo del “Prestige” con un resto del chapapote en un bote de mermelada, identificado con recortes de periódico de la marea negra,chapapote. Recuerda que ella vivía en la zona de Massó y acudía, como muchos vecinos, a llevar comida a las personas que iban a recoger el vertido: “Les llevaban bocadillos, tortilla...en mi caso postres”. Asegura que la gente se portó muy bien ante la catástrofe: “Daba pena verles trabajar. Llegaban cargados de chapapote, con las botas todas negras y mojados hasta arriba”.

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