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Dos décadas de la catástrofe ecológica del “Prestige” y El relato de sus protagonistas

Veinte años desde la faena más negra de “Colón”

El "navalleiro" de Cangas, que vio llegar el fuel a la Costa da Morte antes de las Rías Baixas, relata la movilización de los marineros frente a la tragedia y la marea solidaria que la hizo más llevadera

Fotografías realizadas por Colón en los primeros días contra el fuel del Prestige, de las consecuencias y de la marea solidaria que respondió a la tragedia. | // COLÓN

Mis primeros momentos frente a la catástrofe ecológica y económica del Prestige fueron en la Costa da Morte. En las Rías Baixas todo estaba normal y me acerqué a Fisterra para comprobar in situ lo que acontecía. En la playa de O Pindo me encontré a voluntarios recogiendo chapapote con palas, capachos y tractores y la marusía sacudía el fuel hasta las piedras y la carretera con la pleamar. Paré luego en la playa de Langosteira, salpicada de galletas y donde la marea arrastraba residuos impregnados y gaviotas petroleadas. Finalmente subí al faro de Fisterra y, desde lo alto, con el día claro y en calma, ya divisé el horizonte teñido de centenares de manchas”. Es el relato de José Luís Lorenzo, “Colón”, un navalleiro y documentalista de Cangas que, confundido con las primeras noticias que llegaban sobre las dimensiones de la catástrofe que se adivinaba, se fue a la primera línea de frente para comprobarlo con sus propios ojos, grabarlo con sus cámaras de fotos y vídeo y alertar a sus compañeros de O Morrazo sobre lo que se avecinaba.

Colón, ayer a mediodía a bordo de su barco "Sempre Concha" G.M.P.

Regresó a Cangas apenado por lo visto, pero con cierta tranquilidad por las noticias que apuntaban a que el sur de Galicia no se vería afectado. “Pero el 1 de diciembre saltó la alarma, cuando los hilillos de plastilina que salían del casco hundido se convertían en grandes manchas acercándose a las Rías Baixas”, rememora ahora a bordo de su barco Sempre Concha, que vino a sustituir al Román, con el que puso proa a las Illas Cíes cuando el drama ya estaba a las puertas. “El día 3 de diciembre, el barco de navalleiros O Xarabal salió un par de millas más allá de Cíes y se encontró con varias manchas que el viento estaba derivando hacia la costa, recogió un balde de chapapote y lo trajo a la cofradía”. Fue la constatación de que “había que ponerse en marcha, con un plan de acción que movilizó a marineros, Concello, comerciantes y una gran marea humana de solidaridad para intentar para, o al menos atenuar, el desastre que yo ya había visto en el norte”.

Colón, a los mandos de su embarcación "Román", en los primeros días de batalla contra el chapapote G.Núñez

Esa misma tarde, “la lonja era ya un fervedoiro de gente dispuesta a actuar, a echar una mano, cada uno en lo que podía o sabía. Tiendas de ferretería y efectos navales fueron contactados para abastecer de material a la flota y al voluntariado: capachos, sacos de plástico, guantes, botas, mascarillas... Todo lo que sirviera para retirar chapapote del mar y trasladarlo a los balandros bateeiros, que fueron los encargados de llevarlo a Massó, donde se preparó una gran fosa para almacenarlo”, relata Colón, que al abrir el día ya estaba enfilando la playa de A Cantareira, al norte de Cíes: “Allí nos encontramos un panorama desalentador. El fuel ya había conquistado las piedras y la arena, y avanzaba hacia Figueiras. Era muy viscoso, y las herramientas que teníamos preparadas no resultaban muy efectivas, por lo que la gente de las planeadoras acabó sacando el chapapote con las manos, al mismo tiempo que se rodeaban algunas manchas con barreras improvisadas para que los balandros lo recogieran con sus cucharas. Hubo un despliegue masivo y todos hacíamos lo que podíamos hasta que el cansancio iba haciendo mella, los gases del fuel afectaban a los pulmones y las mascarillas ya estaban impregnadas a los diez minutos”.

Colón, grabando en vídeo el despliegue de efectivos contra el fuel que entraba por las Illas Cíes G.Núñez

“Cuando llegué a la lonja me di cuenta que en tierra había un despliegue solidario impresionante: mujeres de marineros y voluntarios atendiendo a los que llegábamos del mar, limpiando los utensilios, repartiendo material para volver a salir la mañana siguiente... Pablo, el gerente de la cofradía, nos daba instrucciones de seguridad al salir; en el mar, Manolo Martínez, el patrón mayor, nos mantenía informados para atender las zonas más urgentes. Cangas ya era el centro de operaciones contra el chapapote en la ría de Vigo y la prensa nacional e internacional informaba de ese despliegue y coordinación. Por aquí pasó, entre otros muchos periodistas, Letizia Ortiz, presentadora del Telediario de TVE y que poco después se convirtió en reina de España, que por entonces acabó bastante frustrada porque pocos querían hablar con la televisión estatal, en protesta porque sus directivos manipulaban la información”.

Un navalleiro de Cangas emerge en la ría de Vigo con los guantes impregnados de petróleo Colón

Eran tiempos de atención mediática y de marea solidaria, pero la lucha seguía en la mar, y en aquellos primeros días contra el chapapote, Colón perdió una herramienta de trabajo. “Mi barco, el Román, sufrió un accidente y la rotura del costado durante el transbordo de chapapote a uno más grande, lo que me obligó a trabajar desde ese momento a bordo de las lanchas de la cofradía, distribuyendo material, alimentos y bebidas”, recuerda. Una circunstancia que también aprovechó Colón para hacer fotos y grabar vídeos de aquella guerra contra el chapapote y de sus heroicos protagonistas, que ya forman parte de la memoria colectiva más allá del Prestige.

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