Medio siglo profesionalizando las tripulaciones de la flota pesquera gallega y también los puentes de mando de los grandes buques que surcan los océanos. El Instituto Politécnico Marítimo Pesquero del Atlántico, el primero que abrió sus aulas y talleres en España en 1965, celebra este curso su 50 aniversario con el reconocimiento unánime del sector pero con la aspiración de estar más conectado a la sociedad viguesa y a la del resto de Galicia a través de conferencias y jornadas de puertas abiertas para colegios.

Con un flujo de entre 350 y 400 alumnos a lo largo de cada periodo académico, el centro de Beiramar cubre todo el abanico de la formación marítima: desde el curso de marinero pescador hasta el ciclo superior de formación profesional para ejercer como capitán o patrón de pesca.

Sus instalaciones cuentan con talleres de motores, mecanizado y soldadura y con los simuladores más avanzados de navegación, comunicación y máquinas. Incluso dispone de un planetario con una bóveda de 8 metros, "el primero de España y el segundo de Europa", según recogía la crónica de FARO con motivo de la inauguración oficial de la escuela en 1966.

"A pesar de que contamos con toda la tecnología de navegación disponible en la actualidad a bordo de los barcos, los profesores utilizan el planetario para explicar nociones de astronomía a los alumnos. Deben conocer las estrellas si falla el satélite y también aprenden a utilizar las cartas náuticas de papel", señala la directora, Engracia Trillo.

Desde su apertura, el instituto alberga además una residencia con 130 plazas disponibles de las que hoy están ocupadas 65. En su momento, acogió a alumnos de Angola, Mozambique o Marruecos, pero en la actualidad la mayoría de estudiantes proceden de la provincia. "Tenemos estudiantes de Vigo, Bueu, Cangas, Vilagarcía, Cambados e incluso de Ribeira, donde también cuentan con una escuela náutico-pesquera, pero la nuestra tiene el prestigio de ser la más antigua de Galicia. Y a veces vienen estudiantes de otras comunidades como Cataluña o Andalucía porque el centro es un referente de calidad en el sector", destaca Trillo.

La oferta académica del instituto incluye enseñanzas no regladas -cursos de marinero pescador, percebeiro o mariscador a pie, patrón local y patrón costero polivalente-, así como la obligada formación sanitaria y de seguridad que debe realizar cualquier persona antes de salir al mar.

La educación formal del centro está integrada por cuatro ciclos de grado medio y superior. Estos estudios oficiales permiten obtener los títulos de patrón de altura o de navegación y pesca de litoral, por un lado, y los de organización o mantenimiento de maquinaria, por otro.

Y, tras conseguir el diploma, todos deben pasar por un obligado periodo de embarque antes de ponerse a los mandos de cualquier barco. Las prácticas que realizan durante el curso convalidan una parte de esta etapa. Además de un barco propio, el Valentín Paz Andrade, el instituto tiene convenios con empresas para que los alumnos trabajen en talleres o se enrolen en barcos del cerco y en buques del Gran Sol.

"Es un gasto para las armadoras porque la pesca es un trabajo duro y embarcar a una persona más supone problemas de habitabilidad y seguridad, pero las prácticas contribuyen a que los alumnos se formen en lo que le van a demandar después y serían deseables más convenios", comenta la directora.

Trillo asegura que las empresas le han transmitido que van a demandar mandos a corto plazo debido a la edad de las plantillas. "La mayoría de los oficiales y mandos de los buques de altura y gran altura suelen ser titulados españoles aunque tengan bandera extranjera, pero no ocurre lo mismo con la tripulación, que suele ser de otros países. Sin embargo, la gente que trabaja en los barcos gallegos sí se forma en nuestros cursos no reglados", reconoce.

Ella es la primera directora del instituto vigués desde hace algo más de un año, aunque suma tres décadas como profesora de Biología Pesquera. "La primera docente y la única durante mucho tiempo fue Pilar Aguirre, también en el área de Biología, y cuando yo llegué éramos solo 4. La responsabilidad del centro siempre ha recaído en hombres y generalmente, marinos mercantes", explica.

Sin embargo, en la actualidad, la plantilla está integrada por 16 mujeres y 15 hombres, aunque la proporción de alumnas y, por tanto, su incorporación al mercado laboral está resultando mucho más lenta. "De aquí han salido capitanas en puentes y jefas de máquinas, pero cada curso tenemos unas diez como mucho".

Los bancos de trabajo de los talleres de Beiramar donde hoy se codean chicas y chicos conservan la huella de varias generaciones que después se reincorporaron a las salas de máquinas. Algunos elementos se han convertido en objetos de valor histórico, como el antiguo motor de vapor que se expone en el Museo del Mar o la bitácora situada en el vestíbulo de la escuela. Pero otros elementos tradicionales siguen teniendo espacio en el aula como las redes que los alumnos aprenden a reparar.

En otras materias, los ordenadores han sustituido a los antiguos métodos y en el aula de navegación se instala en estos momentos el simulador más avanzado del mercado. Experiencia y últimas tecnologías se dan la mano para formar a las tripulaciones que seguirán enriqueciendo nuestras lonjas y surcando los océanos.