"Carne de cañón". Así definen a Genaro Solla Moares personas de Bueu que lo conocen desde hace años y que vieron cómo sus inicios con el trapicheo de drogas derivaron en otro tipo de delitos más graves. Un atraco a una gasolinera le valió su primera entrada en la cárcel en el año 1992, aunque con anterioridad ya había estado involucrado en dos delitos de rapto y otro de retención ilegal. Solla Moares es natural del lugar de Montemogos, en la parroquia buenense de Beluso, donde su familia es muy conocida. "A su padre le llamaban ´O Pontevedra´ porque fue portero del Pontevedra y su madre es una muy buena mujer, siempre trabajadora", explican personas de la zona.

Fue precisamente durante su estancia en la cárcel cuando cometió su delito más grave hasta la fecha: En el patio de la antigua prisión de Vigo mató a un compañero e hirió gravamente a otro, hermano de la víctima. Esto le valió una condena de 19 años de prisión y la obligación de indemnizar a la familia de la víctima con diez millones de las antiguas pesetas. Los hechos ocurrieron el 13 de julio de 1993 a raíz de una deuda de 2.000 pesetas. Según el relato de la época del Ministerio Fiscal, un hermano de la víctima que también se hallaba preso y otro recluso de la prisión, aquel día Genaro Solla mantuvo una discusión con otro preso llamado Javier Rodríguez Costas, al que le debía 2.000 pesestas. Poco después de esa discusión Genaro Solla se acercó de nuevo a Javier Rodríguez y le clavó un punzón de 30 centímetros. El hombre fue trasladado al hospital Meixoeiro de Vigo, pero falleció una hora más tarde. En esa misma reyerta el buenense hirió al hermano de su víctima, que intentó interponerse entre ambos para evitar el ataque.

El juicio por estos hechos se celebró casi dos años después, en junio de 1995, en la Audiencia de Pontevedra. Durante la vista Genaro Solla alegó que los hechos ocurrieron a la inversa y que lo que hizo fue actuar en defensa propia para intentar defenderse de una agresión con arma blanca. Dos de los testigos que inicialmente apoyaban el relato del Ministerio Fiscal se desdijeron en el juicio y apoyaron la versión del acusado. En el juicio justificaron este giro en su declaración en el hecho de que no estaban dispuestos a contribuir a que Genaro Solla "se pudra en la cárcel" [sic]. Pese a ello, el tribunal no consideró verosímil esa versión y condenó al vecino buenense a 19 años de cárcel por homicidio.

A pesar de esta sentencia, el hombre no tardó en disfrutar de permisos penitenciarios y en uno de ellos volvió a verse involucrado en un delito. El 30 de abril de 2002 entró en un local del casco histórico de Cangas, Pescadería Pepa y ahora cerrado, donde hirió con un cuchillo a la dueña y se llevó cerca de 300 euros. Los gritos de la mujer alertaron a los viandantes y Genaro Solla inició una precipitada fuga por el centro de Cangas.

Al verse perseguido robó un ciclomotor a punta de cuchillo a la altura de la calle Eduardo Vincenti. Un obrero que vio la escena le arrojó unos alicates y el fugitivo se cayó de la moto, chocando contra dos coches que estaban estacionados. A partir de ese momento siguió la fuga a pie. En un primer momento se subió a un taxi, pero como el conductor no quiso llevarlo se apeó y siguió corriendo por el frente marítimo, hasta que finalmente fue interceptado por la Guardia Civil a la altura de las terrazas de la Avenida Montero Ríos. En el momento de la detención estaba denunciado y en proceso de búsqueda debido a un altercado familiar ocurrido unos días antes en Beluso.

Siete años de condena

Estos hechos truncaron la posibilidad de alcanzar la libertad condicional (le faltaban apenas unos meses) y le valieron una nueva condena de siete años de cárcel al reconocer los tres delitos que se le imputaban y declararse conforme con los mismos: uno por robo con violencia, otro de lesiones por acuchillar a la propietaria del establecimiento y un tercero también de lesiones por enfrentarse a uno de los agentes que lo detuvo.

En la actualidad Genaro Solla Moares se encontraba en regimen de libertad condicional y todo parece indicar que ahora vivía en el chiringo al que ayer acudió con la Policía Judicial para proceder a la reconstrucción del homicidio del lunes. Aún así a veces se dejaba ver por Bueu y Beluso. La última fue hace pocos días y algunas fuentes apuntan que protagonizó una fuerte discusión familiar. "Es incomprensible que estuviese libre teniendo en cuenta el historial delictivo con el que cuenta, esta gente ya no se reinserta. Una pena por su madre, que es muy buena persona", cuentan personas de la parroquia.