Simplemente sublime. Así estuvo anoche Carlos Barruso en su “noche histórica”: en su concierto por antonomasia, “Fin de vida”, que él mismo organizó para despedirse por todo lo alto del público que lleva décadas aplaudiéndole en toda una vida consagrada a la música cuyo horizonte se ve limitado ahora a unos meses por un cáncer terminal de páncreas que le fue diagnosticado en diciembre.