La inaudita versión de Padín: nunca se probó un naufragio por el colapso súbito del motor

El patrón del “Villa de Pitanxo” mantiene que esto fue lo que precipitó la escora fatal del barco

Ningún organismo investigador ha motivado un siniestro en la mar por esta causa

Recreación de los instantes finales del “Villa de Pitanxo”.

Recreación de los instantes finales del “Villa de Pitanxo”. / Informe pericial 01-2024

Lara Graña

Lara Graña

El Bessie E. era un pequeño y antiguo pesquero con base en Port Dover, en la ciudad canadiense de Ontario. Con poco menos de 14 metros de eslora, operaba en los Grandes Lagos; tenía una tripulación de cinco personas. En la tarde-noche del 16 de febrero sufrió un fallo en el sistema de propulsión, tras lo que quedó sin gobierno y terminó estampado en las rocas, cerca de Mamainse. No hubo víctimas, salvo la pérdida total de la embarcación. El siniestro fue investigado por la Junta de Seguridad del Transporte de Canadá (Transportation Safety Board of Canada, TSB), que concluyó –de acuerdo al informe analizado por FARO– que el fatal desenlace obedeció a problemas en la sala de máquinas. Pero no por un fallo repentino y “sin motivo aparente” del motor, que es la explicación que mantiene Juan Enrique Padín para el naufragio del Villa de Pitanxo. Los sedimentos de los tanques de combustible obstruyeron los filtros del pequeño Bessie E., el capitán no pudo purgar el sistema y el buque se fue contra las piedras. Hay más de 30 países de todo el mundo que participan en la asociación Marine Accident Investigators’ International Forum (MAIIF), que incluye a los organismos oficiales de investigación de accidentes marítimos. Ninguno de los siniestros analizados –en España la entidad responsable es la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim)– tuvo como causa un fallo súbito del motor principal. De darse por buena la versión de Padín, que respalda también la armadora del buque, Pesquerías Nores, sería un hecho inédito en la pesca.

Este periódico ha analizado la documentación en detalle facilitada por los organismos homólogos a la Ciaim en Reino Unido, Irlanda, Portugal, Argentina, Corea, Canadá, Francia, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Singapur, Indonesia, Noruega, Países Bajos, Finlandia, Dinamarca y China. En todos los casos, de naufragios de buques de pesca, con o sin víctimas mortales, que supusieron la pérdida total de la embarcación. Las investigaciones que rematan sin señalar un desencadenante para el hundimiento –en línea con las estadísticas de la US Coast Guard norteamericana– apenas rondan el 10%. Es lo que sucedió con la investigación del francés Ophélie, donde la falta de supervivientes –iban dos a bordo; el marinero daría positivo por THC (cannabis )– y la rapidez del siniestro no permitieron a la Bureau d’enquêtes sur les événements de mer (BEA MER) establecer un motivo. Pero no es lo habitual.

Como con el Pitanxo, el pesquero de Freiremar Dorneda, en julio de 2018, se fue a pique tras una pérdida total de estabilidad. También como el de Nores, el pesquero había sido sometido a una reforma, con la que ganó 25 toneladas de lastre (el Pitanxo sumó 16, como desveló FARO). Esto redujo de forma considerable el francobordo: no se elevó la altura de la tolva de desperdicios (trancanil) y, durante la maniobra de virada, sufrió una vía de agua masiva por ese orificio en el casco. Es decir, la tolva quedó más cerca del nivel del agua –se le permitió seguir navegando igualmente–, hasta el punto en que resultó fatal. Precisamente por el trancanil, y según el informe de los peritos judiciales desvelado la semana pasada, fue por donde el Pitanxo también sufrió una entrada de agua fatal, cuando el buque ya estaba completamente escorado a babor.

Importancia de la formación

El Insung I(ex 707 Bonanza) tenía casi 50,5 metros de eslora y operaba para Insung Corporation. Se dedicaba a la pesca de merluza negra en aguas antárticas con una tripulación de 39 personas. Según la Korean Maritime Safety Tribunal, se fue a pique por no haber cerrado la boca de popa y, en muy malas condiciones climáticas, el agua anegó el parque de pesca y la sala de máquinas. Como han concluido los peritos judiciales para el Pitanxo, la mala gestión de la evacuación y la falta de formación de los marineros fue definitiva para que el siniestro arrojara una cifra de cinco fallecidos y 16 desaparecidos. “El capitán no evacuó de manera oportuna”. Los tripulantes cayeron al agua sin trajes de inmersión; fallecieron de hipotermia, como los nueve cadáveres recuperados del buque que comandaba Juan Padín.

En aguas de Terranova se hundió también, en 2009, el Monte Galiñeiro, de la armadora Valiela.Cuando se produjo una explosión en la sala de máquinas, y salvo tres marineros y la observadora científica, todos dormían. Eran las 14:22 horas. Desapareció bajo el agua en 28 minutos. Al contrario que en el Pitanxo, que naufragó de noche, la señal de alerta del Monte Galiñeiro fue recibida por varios barcos que se encontraban “en las inmediaciones”. La tripulación del Monte Galiñeiro pudo acceder al pañol, ubicado debajo del puente, para vestir –excepto dos de los marineros– los trajes de inmersión. También, de echar al agua las dos balsas de babor y arriar la escala de embarque.

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